Selva Almada está atenta por estas horas al poroteo en el Congreso, cuántos senadores votarán a favor de la ley de legalización del aborto, cuántos en contra, y pasa por distintos estados de ánimo. Pero tiene un par de certezas que no varían según cómo vote cada senador, cada senadora: que en la Argentina algo cambió, y que el aborto legal es un tema de la agenda pública.
«Hay mayoría de senadores en contra, y eso me desanima bastante. Al mismo tiempo, pienso que hace seis meses atrás, o el año pasado a esta misma altura, ni siquiera veíamos cercana la posibilidad de un debate del aborto, de que la ley tuviera media sanción. Y veo todo lo que pasó en estos últimos meses, y me digo: Bueno, puede ser que mañana no salga a ley, pero va a salir dentro de dos años, o tres. Ya no hay vuelta atrás con esto», dice.
La enorme escritora nacida en Villa Elisa, autora de «El viento que arrasa», «Ladrilleros», «Chicas muertas» y, entre otras obras, «El desapego es una manera de querernos», se convirtió en una voz potente para reclamar la sanción en el Congreso de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, que ya cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados de la Nación, y que este miércoles se enfrenta a un debate clave: el tratamiento en el Senado.
«Desde hace varios días, tengo cambios de humor repentinos. De repente, odio el mundo, me da mucha rabia por el hecho de haber llegado hasta acá y que no se logre. Y en otros momentos, pienso en todo lo que ocurrió en estos últimos meses y digo: ´Es increíble´. Y está buenísimo y creo que se logró algo en lo que no hay vuelta atrás, que es sacar el tema del aborto de un lugar tabú en el que estaba. Estos últimos meses, escuchamos a muchas mujeres decir ´yo aborté´. Eso es sacar un tema a la luz, un tema del que no se hablaba hasta el año pasado. Haberlo puesto en boca de todos, y que tantas mujeres puedan decir ´a mí me pasó, tuve que abortar en condiciones espantosas´, ya es un terreno ganado, que no se lo llevan los pro vida ni los antiderechos», señala.
Durante una charla con el programa Puro Cuento de Radio Costa Paraná 88.1, la escritora subrayó que «la mayor parte de la población argentina está a favor de la legalización del aborto. Eso quedó demostrado en todas las manifestaciones que hubo. La gran mayoría estamos de acuerdo en que haya una ley que despenalice el aborto, que lo saque de la clandestinidad, que la mujer pueda decidir cuándo ser madre y cuándo no. Y el gran paso que se dio es poner este tema como un tema de salud pública. Quedó clarísimo con los debates que las que mueren son las mujeres pobres, y los que ganan son los médicos que hacen los abortos clandestinos. Hay un montón de dinero en negro que se mueve en base a la salud de las mujeres. Esto está clarísimo y no lo puede negar nadie, ni siquiera quienes defienden las dos vidas pueden negar que el aborto existe, desde siempre, que nuestras abuelas abortaban, que nuestras madres abortaban y que nuestras hijas seguirán haciéndolo».
Presión clerical
Enseguida, aclaró que una ley de aborto legal no supondrá que todas las mujeres vayan a abortar. «Esos son los argumentos necios y absurdos con los que se manejan los antiderechos: decir que si existe la ley, vamos a ir todas las mujeres corriendo a abortar como si fuésemos de shopping. Es absurdo, ridículo, es no ponerse en el lugar del otro ni por un minuto. Es una necedad. Y creo que esos argumentos absurdos, sin asidero, se caen por su propio peso. Es lo mismo que decir que las mujeres se embarazan para cobrar un plan. Quienes dicen eso es gente de una miserabilidad que a mí me espanta», afirma Selva Almada.
Luego, lamentó la presión de la Iglesia Católica en el debate legislativo para inclinar la balanza por el voto negativo en los legisladores. «La Iglesia redobló absolutamente su apuesta. Se puso realmente en campaña para evitar que saliera la ley. Por eso, yo creo que es inminente la separación de la Iglesia del Estado. Es algo que tiene que ocurrir. Si la ley no se aprueba, y ya vemos que gran parte es por presión de la Iglesia, es urgente que pidamos la separación absoluta de la Iglesia del Estado. Es hora de que dejemos de bancar a la religión católica. Es hora de que la religión se deje de meter en asuntos de Estado, que realmente seamos un país laico, como dice en los papeles pero que después en la práctica no ocurre», planteó.
Recordó luego la votación en Diputados -donde se consiguió la media sanción- y la postura de uno de los nueve diputados entrerrianos, el radical Marcelo Monfort, que votó contra la ley de legalización del aborto. Monfort, igual que Selva Almada, es oriundo de Villa Elisa, en el departamento Colón. «No me sorprendió que haya votado en contra -admite la escritora, que llegó a escribirle un posteo en las redes sociales, reclamando su voto positivo-. Hubiese esperado que votara a favor, que estuviera a la altura del cargo que tiene. Pero tampoco me asombró cuando votó en contra. VIlla Elisa es un pueblo donde pesa mucho el catolicismo; él viene de ahí, trabaja ahí. No me asombra que haya tomado esa decisión».
Dice Selva Almada que la sociedad «ya cambió», aunque enseguida acepta que la «frustra» que el Senado no pueda darle aprobación definitiva a la ley de legalización del aborto. «Pero al mismo tiempo creo que la historia ya sucedió. Sacamos el aborto de la clandestinidad, y lo pusimos en la calle, lo empezamos a hablar, y eso es un triunfo total de las mujeres. Ver a las chicas adolescentes con sus pañuelos verdes a favor de la legalización, eso no se puede cambiar, no hay vuelta atrás. La ley no va salir -admite-. Es una mierda que no salga. No va a salir ahora, pero sí dentro de dos o tres años. La mierda es que van a seguir muriendo mujeres».
La subleva que un legislador se haya dejado presionar por un cura, un obispo. «¿Por qué un senador, una senadora, se dejan presionar por un cura, por un obispo, por un grupo católico? Esa es la pregunta. La presión puede existir, pero vos tenes que estar a la altura del cargo para el que te eligieron los ciudadanos. Si una persona se deja presionar por un cura, no me interesa que esa persona siga gobernando. Y me gustaría que les quede en claro a todos los senadores y a todas las senadoras que votan en contra que tenemos memoria. No es que es una ley perdida, y después nos olvidamos. Nos vamos a acordar muy bien de quiénes votaron en contra. Al mismo tiempo, les pregunto a esos grupos antiderechos que salen a hacer campaña en contra de la ley, qué hacen cuando la Iglesia es acusada de violación, de abuso de menores. No aparecen cuando ocurre eso que ocurre frecuentemente. No salen a reclamar por esos niños violados. Lamentablemente hay un grado de hipocresía, y de doble discurso muy grande en la Iglesia Católica», sostiene.
«Yo creo que los senadores y las senadoras que votan en contra no son representativos de lo que piensa la mayoría», opina Selva Almada, que se mostró partidaria de que haya más legisladoras mujeres en el Congreso y en las legislaturas. Aunque pide que esas mujeres sean también feministas. «Necesitamos más mujeres, pero más mujeres feministas -asegura-. Ser mujer no significa ser feminista. Lo que necesitamos es más mujeres feministas en el Congreso, en los lugares de decisión, en los lugares de poder».
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.