Por Silvio Méndez (*)
Dos pilotos de TC y una promotora publicitaria ocuparon recientemente en ciertos medios periodísticos un importante tratamiento a raíz de la difusión de dos videos que protagonizaron teniendo relaciones sexuales. Los audiovisuales fueron “virales”, reproduciéndose y compartiéndose, pasándose de celular en celular, a través de la popular plataforma gratuita de mensajes WhatsApp.
El material informativo fue indudablemente tentador para todo sitio digital que aspire a incrementar el tráfico de visitantes, aunque en rigor como valor periodístico era escaso. Se podría argumentar que el hecho tiene una “pata local” porque la chica del video es de Concordia y hasta baila en una comparsa de esa ciudad, aunque lo cierto es que fue mucho más el morbo que la información lo relevante a la hora de jerarquizarlo. Lo “escandaloso” del video terminó siendo el abordaje denigrante de una mujer en una relación sexual con dos varones (famosos, “cancheros”, con más poder y jerarquía), que el video en sí.
Si se tomara como una ventana indiscreta, la grabación inclusive podría aportar más a la reflexión sobre cómo se dan ciertas relaciones en tiempos de la hegemonía las pantallas y su ingreso en la vida íntima que como material periodístico. Cabe poco lugar a dudas que un video explícito y producido para una distribución en una red cerrada por razones desconocidas en algún punto se filtró y tomó un alcance impensado. Hasta una vez hecho público puede motivar preguntarse si lo que se vio forma parte o no de una trama más obscura, pero éstos fueron dilemas que no se plantearon inicialmente.
La cuestión es que en esas fronteras resbaladizas, muchos medios directamente derraparon. En una carrera vertiginosa por sumar visitantes, cayeron en el tratamiento liviano y estigmatizante, en donde esta chica de 21 años se llevó la peor parte. Ha sido ese mismo afán por conquistar unos segundos más en la navegación –y en la venta publicitaria– de esos internautas inquietos y esquivos, que algunos sitos digitales terminan siendo cómplices de un abuso. El mismo abuso que domina el uso de palabras ligeras, las definiciones tajantes, el imperio de la doble moral y las valorizaciones maniqueas, como si todo lo que sucediera en el mundo digital no tuviera consecuencias en la vida cotidiana.
Días antes de la difusión de este “escandaloso” video de los dos pilotos de TC y la promotora también acaparó un tiempo la atención otro, pero cuyas protagonistas eran dos adolescentes que se agredían violentamente. La escena era en una escuela media, donde una estudiante golpeaba y mecheaba a otra que era sometida por los insultos y la fuerza física de su compañera. El video grabado por un celular mostraba sólo eso. La única referencia que se daba en los sitios que lo replicaron daban cuenta que el suceso había tenido lugar en un colegio de Victoria. Esa habría sido la “pata local” relevante, porque el enfrentamiento podría haber pasado en cualquier escuela de la Argentina.
Colgar este video en un sitio de noticias no aportó ningún tipo de información destacada. Fue el morbo sobre la violencia en un grado de alta pureza lo que primó. La consecuencia –quizás el único aporte que cosechó la difusión de este video– fue que a los pocos días fue otro de similares características el que tuvo su lugar destacado en una sección que ya se podría ir inaugurando con el nombre “Video difundidos por WhatsApp”. Finalmente la “noticia” se desvaneció al no obtener mayor repercusión, ya que las preferencias de los navegantes de Internet parecen haber sido mutadas hacia otros tipos de intereses.
(*) Periodista, editor de contenidos web, docente en la carrera de Comunicación Social en la FCE – UNER.
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@silviomzen