Por María José López Ortiz (*)
¿Acontecer o no acontecer? ¿Reconfiguración o refrito?
El pasado 11 de agosto nos encontró a las y los docentes del nivel secundario, analizando un documento como propuesta preliminar para la “Reconfiguración” de la escuela secundaria. Jornada que, dentro del calendario escolar no estaba prevista, y documento que nos generó más dudas que certezas.
El documento “Acontecer” expresa su propósito de “iniciar un intercambio conjunto que nos permita abordar y analizar procesos innovadores que garanticen el derecho a una educación de calidad”. Términos conocidos en el ámbito docente, que habilitan al menos, una serie de debates. ¿Qué entendemos por innovación? ¿Qué entendemos por calidad?
El documento continúa con una serie de estadísticas sobre ausentismo y abandono que no podemos dejar de leer en clave de exclusión que desde hace décadas sufren los sectores vulnerados que conforman la mayoría de la población estudiantil de nuestras escuelas públicas. Entonces, que se mencionen las pruebas Aprender como “fuente de información con límites y posibilidades”, considerando que “aportan datos relevantes para la toma de decisiones”, nos resulta, como mínimo, contradictorio. Las inequidades iniciales y la falta de contextualización de dichas pruebas generan más límites que posibilidades.
Nos llama la atención una cifra que nada dice de la falta de inversión del Estado, “Solo un 2,7% de escuelas urbanas no cuenta con conexión a internet”. Esas estadísticas no reflejan qué cantidad de escuelas de ese 98,3% restante deben hacerse cargo de pagar el servicio, el cual, además, no funciona adecuadamente para garantizar la conectividad en tiempos de bimodalidad. Nada se dice de considerar internet como bien social. De ahí en más cualquier propuesta que se pretenda inclusiva hará agua en algún punto
El documento continúa su desarrollo en diferentes ejes como la inclusión, la vinculación con el mundo del trabajo y la articulación entre niveles para llegar al punto clave: “Hacia una propuesta pedagógica integrada”. Unas cincuenta páginas que revisitan planteos de hace más de diez años, con la resignificación de la escuela secundaria entrerriana y que nos llevan a preguntarnos ¿qué pasó en todo este tiempo que no pudimos resignificar la escuela y transformarla en ese lugar de construcción de una educación integral? ¿O qué no pasó? ¿Será que la normativa y la innovación pedagógica no estuvieron acompañadas de un presupuesto más amplio y de una transformación en la formación docente?
Coincidimos en que se debe “fortalecer las autonomías institucionales”, “promover nuevas opciones de enseñanza”, “propiciar tiempos y espacios flexibles”, “consolidar procesos de evaluación” y “contemplar la dimensión afectiva”, cuidando el vínculo pedagógico. Pero dichos objetivos no se cumplen meramente con buena voluntad. Hacen falta transformaciones estructurales.
Celebramos que se van a titularizar más de 60 mil horas. Es un paso necesario, uno de los varios que se deben dar para lograr estabilidad, concentración horaria para los profesores y profesoras. Para generar “diálogos entre los diferentes campos de saber” y llevar adelante estas propuestas interdisciplinarias, transversales, etc, hacen falta justamente los espacios y tiempos para encontrarnos, dialogar, planificar, consensuar, discutir, acordar, construir equipos pedagógicos.
Tiempo en serio, tiempo del que un docente taxi no puede disponer, tiempo y espacio que una caja curricular fragmentada no permite siquiera imaginarlo
Al final del documento, nos encontramos con un formulario de preguntas cuya construcción evidencia un direccionamiento evidente hacia la respuesta afirmativa, solicitando una breve fundamentación, pero sin gradualidades u opciones posibles que al menos permitan poner en tensión aspectos tan significativos de la organización escolar como los agrupamientos, la distribución horaria, la planificación, la evaluación, el acompañamiento de las trayectorias escolares, entre otros.
Nos preocupa que detrás de la “consulta institucional preliminar”, haya decisiones unilaterales tomadas que aún no conocemos, que nuestras voces como colectivos docentes y comunidades educativas sean diluidas detrás de un escritorio y que las nuevas normativas o disposiciones que se “bajen” dentro de un tiempo, se justifiquen en esta consulta preliminar que no terminamos de entender.
Una “consulta y trabajo colectivo con cada escuela” se genera consultando y construyendo colectivamente en base a condiciones reales y desde las bases reales. Así como necesitamos una nueva “gramática escolar” que supere la tradición “excluyente y expulsora”, necesitamos una nueva manera de construir la política educativa, que supere la bajada de línea, los oportunismos y la burocracia.
(*) Docente. Integra la Escuela de Formación Susana Acevedo de la Seccional Paraná de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer).