Iba a ser el sueño eterno. Una idea de largo aliento. La perpetuación en el poder más allá de la provincia. Se llamó el “Sueño Entrerriano”, y fue ni más ni menos que la porfiada voluntad de un dirigente político de disputar una parcela de poder en la Nación. No pudo, claro. Pero en el intento empapeló la provincia con su rostro. En las oficinas públicas, sobreviven restos del cotillón de campaña El rostro del candidato retaceado en una manguera de incendios. Y la ñata contra el vidrio.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.