Silvia Albarenque se recibió de Profesora en Lengua y Literatura. Fue en el Instituto de Educación Superior República de Entre Ríos, de María Grande, su ciudad, a la que volvió después de atravesar un tiempo de oscuridad en una casa dizque de Dios. «Y un día uno de los sueños de Silvia Albarenque se hizo realidad y nosotros, quienes formamos parte del Instituto, estamos felices de haber formado parte de ello», le dedicaron desde la casa de formación donde se graduó. Antes de ser profesora, Silvia Albarenque fue monja, monja carmelita en el Monasterio de la Preciocísima Sangre y de Nuestra Señora del Carmen, de Nogoyá. Durante 14 años, entre 1999 y 2013, Silvia estuvo aislada en un convento de clausura, convertida en carmelita descalza, sin contacto alguno con el mundo exterior. Gran parte de ese tiempo, sin embargo, no fue por decisión propia.  “Yo estuve privada de mi libertad, al igual que una presa pero sin garantías jurídicas. Para que te des una idea, de la crisis de 2001 no supe nada hasta que salí. No tenía acceso a información de la gente que quería, ni a lo que pasaba en el país ni a intercambio alguno con nadie, dentro o fuera del convento. A veces creemos que la libertad es como un regalo de cumpleaños que te dan y listo. No. La libertad es una conquista”, dijo alguna vez. Su libertad fue coartada por una monja, superiora del convento, Luisa Toledo, condenada en 2019 a 3 años de prisión efectiva por el delito de privación ilegítima de la libertad.

Rechazan la vía de la Corte a la monja carmelita condenada

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora