“Nunca hubo diálogo. Fuimos una vez a hablar con las hermanas, y nos maltrataron. Siempre fue una situación inconcebible”.
Mario Haller, párroco de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad, habla de la “negociación” que ocurrió en los últimos cinco años entre el Arzobispado de Paraná y la congregación de las Hermanas Franciscanas Terciarias de la Caridad por la posesión del viejo Asilo San Antonio, que ocupa la ochava de Paraguay e Italia.
Hace un año, la congregación religiosa vendió esa propiedad, y lo hizo en medio de las conversaciones que había con la Iglesia de Paraná. Se lo vendió a un privado, Jorge Claudio Zapetti, un odontólogo de la ciudad, según cuenta Haller. El dato surge de una comunicación que envió la superiora de la congregación de las Franciscanas de la Caridad al arzobispo Juan Alberto Puiggari. En esa carta, las religiosas instaron a Puiggari a que haga las gestiones para que el párroco entregue “armoniosamente” las llaves del lugar.
De momento, esas llaves están en poder de la comunidad de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad: allí funciona la Liga de Madres, el grupo Un Cielo Nuevo, y distintos grupos pastorales, aunque no ocupan toda la propiedad por cuanto no todo es habitable y el tiempo y la desatención han tornado inutilizables algunos sectores, aunque la razón principal es que quien habilita el uso o no de determinados espacios de la construcción es la congregación religiosa. “De todo lo que se habría vendido -no tenemos datos de esa venta-, la mitad no se puede usar”, dice Haller.
El sacerdote es el octavo párroco que se ocupa de esa negociación con la congregación religiosa para alcanzar un acuerdo respecto de la propiedad ahora en litigio. La parroquia Nuestra Señora de la Piedad está rodeada por dos edificaciones: una es el exAsilo San Antonio, que ya ha sido vendido; el otro, es la sede conventual de las Franciscanas de la Caridad, donde se aloja una única religiosa, sobre calle Italia. En la parte superior de esa segunda construcción está la casa del párroco, del vicario y del sacerdote residente.
El argumento de las monjas para vender es estrictamente económico: la asfixia financiera que siguió a la pandemia.
“Se trató de resolver dentro de la Iglesia para evitar problemas mayores. Le comunicaron la venta de la propiedad al obispo hace una semana. Yo averigüé por mi parte, y después pasé la información al obispo de cuando había sido hecha la venta. Fue en junio del año pasado. Y esa venta se perfeccionó en mayo de este año. O sea que hace n año que se ha vendido. Por tanto, los reclamos nuestros han sido toda una ficción. Hay un procedimiento extraño”, dice Haller en diálogo con Entre Ríos Ahora.
El edificio que ocupó el Asilo San Antonio y que las religiosas franciscanas dejaron de usar -no tiene vida pastoral en Paraná desde hace una década- es, además, patrimonio arquitectónico de la ciudad. “Hace varios años que el Asilo se cerró, y se clausuraron algunos sectores. Incluso, la cochera, que da a calle Paraguay, que mucha gente usaba y para lo cual le pagaban a las monjas, fue cerrada sin explicación. En pandemia quisimos usar parte de esa propiedad por el tema de las burbujas, y no nos permitieron así que debimos enviar a los chicos de catequesis al Templo de Jesús Misericordioso”, añade Haller.
“Queríamos resolver pacíficamente las cosas”, plantea luego, pero dice que todo transcurrió de un modo “llamativo, extraño”. Después, apunta: “No nos vamos a quedar de brazos cruzados, más allá de que se pierda el edificio. Lo altamente criticable es la actitud de una congregación y la probable o posible complicidad de terceros”.
El argumento del Arzobispado para reclamar el edificio del exAsilo San Antonio es que se trata de una construcción que no ejecutó la congregación religiosa de las franciscanas sino que “lo hizo la Iglesia de Paraná. En un momento se lo entregaron a la congregación. Pero es un bien eclesial. Además, es patrimonio cultural de Paraná. Es una iglesia neogótica. Hasta el baño tiene arcos ojivales. Fue construida por el arquitecto (Juan Bautista) Arnaldi, el mismo que construyó la Catedral”.
“Es muy mezquina con la ciudad la actitud de la congregación”, añade. “Dejarnos desamparados no es una actitud sana y menos evangélica”, apunta.
Haller dice que las acciones en procura de frenar ese proceso de venta del exAsilo San Antonio está ahora en manos del Arzobispado de Paraná, que ya inició trámites en Paraná, Buenos Aires y en Roma. En 2021, 130 personas de la comunidad de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad enviaron una carta a la congregación franciscana y las instaron a continuar el diálogo con la Iglesia de Paraná. “Pero ya se había vendido. Fue un círculo de engaño de más de un año”, plantea Haller. “No es humano el modo cómo han procedido”, cierra.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora