Por Jorge Riani (*)
La Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) tiene 21.402 alumnos y la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) tiene 14.400. Los presupuestos indican que la facultad entrerriana se tiene que arreglar con un presupuesto exiguo y notablemente menor: 1,3 veces menos que lo que tiene la Universidad Nacional de Entre Ríos. Desde la Uader se ve que la posibilidad de transferencia es, además de un imperativo económico, una reivindicación histórica y política del desastre que dejaron la dictadura y el menemismo en la matriz educativa argentina.
Hace más de 40 años que el Estado nacional comenzó el proceso de desentendimiento de lo que hasta entonces habían sido sus funciones, vinculadas a conformar su tesoro, mediante el cobro de impuestos, para luego dar respuesta en materia de educación, salud, seguridad social, todo eso en un marco de concepto ideológico que ha sustentado y dado perfil al Estado nacional desde su creación hace más de dos siglos.
La dictadura militar y el menemismo provocaron de manera escalonada, pero a la vez definitiva, el desentendimiento de la función educativa del Estado nacional, con las transferencias de los niveles inicial, primario y secundario del sistema educativo. En los años 1978, 1980 y 1993 se fueron dando los pasos para dejar al Estado nacional ajeno a lo que hasta entonces había sido una de sus tareas esenciales, como lo habían dispuesto los fundadores de la Argentina.
El Estado nacional entonces dejó de lado esa tarea para tomar otra, menos noble, menos digna, como es la de ser recaudadora de impuestos y pagadora de deuda. Y sabemos ya quiénes se hicieron cargo de lo que Nación dejaba de atender: las provincias, a las que además de haberle arrebatado vilmente parte de sus recursos vitales, también durante los años de aplicación de políticas neoliberales, le dejaron en sus manos el pago de los salarios, las inversiones en edificios, el sostenimiento de los programas y todo lo que implica la inversión en materia educativa.
Esto explica, en parte, la gran brecha en recursos que puede exhibir una universidad nacional, sostenida por un Estado que no debe correr a arreglar los techos de las escuelas o pagar los sueldos, con la que puede mostrar una universidad que depende de sus arcas provinciales, con las que, además, se debe afrontar el desastre financiero que esas políticas neoliberales dejaron en su sistema previsional.
Ningún gobierno, por enfrentados ideológica y políticamente que hubieran estado entre sí, dio los pasos necesarios para revertir lo que la dictadura primero y el menemismo luego hicieron en materia educativa, por no decir antieducativa.
Por eso mismo, la posibilidad cierta de transferencia de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos puede ser vista como una alternativa conveniente y convincente en medio del descalabro sostenido a lo largo de medio siglo.
Humanidades, como se la conoce a la facultad más grande de la Uader, tiene en su órbita diez licenciaturas, veintiún profesorados, ocho tecnicaturas y cuatro traductorados. Allí están sus 14.400 estudiantes.
Ese volumen hace de la facultad estrella de la universidad entrerriana una facultad de dimensiones propias de toda una universidad, por lo que no es desacertado hacer una comparación que permita advertir de modo más claro la disparidad de la que hablamos cuando nos referimos a las dimensiones de lo nacional, frente a las dimensiones de lo provincial.
Precisamente en la Uader suele justificarse tal o cual cuestión haciendo una comparación presupuestaria con la UNER, con lo que busca mostrar que las herramientas económicas de trabajo no son las mismas o, más aún, que distan mucho, siempre en favor de la universidad nacional.
A esto, algunos estudios le ponen números y esos números parecen dotar de fundamentos matemáticos a la disparidad a la que se suele aludir dentro de la Uader. La disparidad es aún más palpable cuando se observa que la UNER le destina al personal el 88% de su presupuesto, mientras que a la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, el pago de personal insume el 99,70%, que es lo mismo que decir “todo” el presupuesto. Quedan monedas nomás, en la facultad, después de que se pagan los sueldos.
Esto no es menor. Esa diferencia explica, en parte, claro, cómo es que la UNER puede desarrollar proyectos que incluyen no sólo nuevas instituciones de formación sino también sus edificios. Hablamos de Hospital Escuela Veterinaria, residencias estudiantiles y un laboratorio, que dependen las tres de la Facultad de Bromatología. O un laboratorio técnico de investigación, desarrollo e innovación en la Facultad de Ingeniería.
Felizmente a la universidad nacional le queda un margen presupuestario para seguir creciendo en su oferta, en la calidad de sus investigaciones, en la creación de laboratorios donde observar, investigar y aplicar los saberes que generan y proclaman las carreras.
Hay que decir que además del margen que le queda del presupuesto por fuera del pago de los salarios, la UNER recibió $14 millones adicionales del Tesoro nacional para acciones de ciencia y técnica y otros $29 millones adicionales del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
En cambio en la Uader, en Humanidades, destacan como todo dato que el aporte del Tesoro provincial no alcanza a cubrir el pago de servicios no personales y que no hay presupuesto extra para construcciones edilicias.
Esto último se ve reflejado muy bien en el desglose de gastos. Así, para los bienes de uso, la UNER cuenta con $553.900.000, que surgen de $530.000.000 para construcciones y $23.900.000 en maquinarias y equipos. En tanto que Humanidades destina en todo concepto que envuelve el rubro, $1.500.000.
Pasando en limpio, se puede decir que Humanidades tiene $552.400.000 menos que lo que dispone la UNER en su totalidad para la adquisición y mantenimiento de los bienes de uso; es decir 368,27 veces menos o, lo que es lo mismo: está en un 36.826,67 % por debajo de la universidad nacional.
Un inciso revelador también es el titulado Transferencias, donde surge que la UNER hizo transferencias al sector privado, es decir lo que pagó en concepto de gastos corrientes, por $113.526.740, mientras que Humanidades no hizo transferencias al sector privado en ningún carácter.
También el ítem de bienes de consumo, la diferencia en favor de la UNER es muy significativa porque la universidad nacional cuenta con $56.040.000, mientras que la facultad de la universidad provincial, con $2.414.000. Estamos hablando entonces que la UNER supera en $53.626.000 a lo que por el mismo destina Humanidades. Expresado en porcentaje, podemos decir que la diferencia de montos es del 22,21 % siempre en favor de la universidad nacional en territorio entrerriano.
Los presupuestos son muy dispares. Y la disparidad queda más clara cuando se comparan los montos presupuestarios globales: la UNER tiene un presupuesto de $9.312.066.018, mientras que Humanidades cuenta con un presupuesto de $4.047.092.000. Estamos hablando de una diferencia de más de $5.000 millones en favor de la UNER. Para ser exactos: $5.265.974.018, lo que lleva a decir que la universidad nacional tiene un 130 % más de fondos que los que tiene para sí la facultad de la universidad autónoma.
Un dato sobresaliente es que al 2021, Nación invertía entre $4.000 y $5.000 por estudiante, cuando en Entre Ríos esa suma es de $2.500 por estudiante. Con este dato, atesorado por estudios que realizan algunos de sus docentes, la universidad autónoma busca mostrar que el Estado argentino invierte menos por alumno universitario en Entre Ríos que en el resto del país.
Hay un trabajo que firman el contador Hugo Larrazábal y el ingeniero David Benavidez, donde se muestra la inversión en educación superior por habitante y provincia. Eso muestra que hay disparidades incluso dentro de la misma Región Centro. Córdoba: $5.682,52; Santa Fe: $5.181,08; Entre Ríos: $2.580,71.
El número es utilizado como fundamento también por parte de quienes observan que la nacionalización implicaría la multiplicación de recursos. ¿Por qué? Porque señalan que ese número de inversión por habitantes se desinfla, en comparación con otras provincias, por influencia directa de lo que el tesoro provincial le aporta a la Uader. En otras palabras, eso tira la cifra abajo porque los valores a nivel nacional son otros; son superiores.
Escribieron los autores del trabajo mencionado: “Para el ejercicio 2.021, la Ley Provincial 10.848 establece un crédito global para la Uader de $2.776.410.000 (dos mil setecientos setenta y seis millones cuatrocientos diez mil pesos); esto supone una inversión de $1985,27 por habitante lo que representa un 43,48% de la inversión en educación universitaria”.
Otra definición que dejan los autores es que “a pesar de la inversión que realiza la provincia de Entre Ríos a través de su presupuesto provincial financiando la Uader, no se logra equiparar las asignaciones destinadas a la educación superior entrerriana en relación al promedio nacional y a los valores de las otras provincias que integran la Región Centro”.
Y luego rematan casi con lo que es un anhelo o un pedido. “Sólo resta señalar que se considera necesario arbitrar algún mecanismo que permita compensar el mayor esfuerzo que realiza Entre Ríos a los efectos de sostener la educación superior en nuestro territorio”.
Frente a estos datos, fácil es advertir las argumentaciones que apelan al federalismo, a la necesidad de igualdad de condiciones entre argentinos, a la búsqueda de la optimización del sistema educativo superior, en fin, a hacer crecer la calidad universitaria en todo el territorio nacional.
Otro dato importante refiere a la oportunidad temporal de la nacionalización. La aspiración que han venido teniendo las universidades provinciales es la de formar parte del sistema de universidades nacionales. Y lo han logrado mayormente, con excepción de Uader, que con 23 años de edad, es la más longeva de las casas de altos estudios de carácter provincial.
Ninguna universidad provincial ha llegado a tener dos décadas de existencia sin pasar a la órbita nacional. Eso ocurrió en provincia de Buenos Aires, mayoritariamente, pero también en Córdoba, con cuatro universidades; Santa Fe, con tres; Misiones y Chaco, con dos universidades.
Desde el año 1973, en que se creó la UNER, no llega a Entre Ríos la oleada de creación de universidades nacionales. Ni en el gobierno de Eduardo Duhalde, ni en los gobiernos kirchneristas que es cuando se crean principalmente las últimas nuevas universidades nacionales. En Uader, quienes respaldan la nacionalización, consideran que además garantizar el principio de igualdad entre ciudadanos y ciudadanas de una provincia y otra, lo que se estaría permitiendo el traspaso es un margen cierto y concreto de crecimiento universitario y optimización de la calidad formativa.
(*) Jorge Riani es escritor y periodista.