La Justicia condenó a Juan Antonio Marinelli, de 33 años, a la pena de 12 años de cárcel de cumplimiento efectivo al encontrarlo responsable del delito de abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal siendo su víctima una nena hoy de 12 años, su sobrina, aunque no lo envió de inmediato a la cárcel: el Tribunal de Juicio y Apelaciones de Gualeguay no hizo lugar al pedido de prisión preventiva formulado por la Fiscalía, y por eso el condenado seguirá libre hasta que el fallo adquiera firmeza.

Marinelli abusó sexualmente de su sobrina, una niña hoy de 12 años, valiéndose de una situación peculiar: la menor, que vive con su madre en Federal, había viajado hasta Nogoyá, en vacaciones de verano, para estar con su padre. Pasó un tiempo breve en casa de su abuela paterna, y fue entonces cuando Marinelli la ultrajó. El abuso ocurrió aún cuando la madre, conciente de que el padre de sus hijos tiene una adicción al alcohol, no la envió sola a la nena: fue en compañía de sus dos hermanos mayores.

Este jueves 1° de agosto, un tribunal conformado por los jueces Dardo Tórtulo, Darío Ernesto Crespo y Alejandra María del Carmen Gómez, lo condenó a Marinelli a 12 años pero consideró necesario enviarlo a la cárcel antes de que el fallo quede firme. En vez de eso, le impuso el deber de permanecer en su domicilio de calle Nogoyá todos los días entre las 22 y las 8; «comparecer una vez al día en horario a determinar, en las horas restantes,  todos los días ante la autoridad policial  a firmar el libro correspondiente»; la prohibición «de acercamiento y de evitar todo  tipo de trato o molestias con la víctima y testigos»; y se pidió a la Policía que «realice en forma sorpresiva las recorridas por inmediaciones del domicilio del imputado  o constataciones que considere necesarias para comprobar tales extremos, debiendo informar inmediatamente de cualquier irregularidad»

«Todas estas restricciones son impuestas bajo la condición de proceder en caso de incumplimiento a su revocación inmediata y dictado de la correspondiente prisión preventiva», dice el fallo.

La escuela, un pastor


En la revelación y denuncia del abuso jugaron un rol clave la mamá de la nena, los docentes de la escuela de Federal adonde asiste a clases y los pastores de una iglesia pentecostal de donde son fieles su familia. «De relevancia para asignar veracidad al testimonio de la víctima resulta también el modo en que salieron a la luz los hechos que la damnifican, en tal sentido debe computarse como prueba relevante lo relatado  por la progenitora (…), quien en una actitud valiente, puso en marcha el engranaje que condujo esta investigación. Es ella quien en la  Fiscalía de la ciudad de Federal radica la denuncia», dice el escrito de remisión a juicio a la Fiscalía de Nogoyá.

La nena vive con su mamá en Federal -allí radicaron la denuncia- pero la investigación judicial se sustanció en Nogoyá -en esa ciudad ocurrió el abuso y violación-, mientras que el juicio se llevó adelante en Gualeguay.

La niña le contó primero a su padre del abuso, pero no le creyó. Después se lo dio a entender a su madre, pero su primera crisis fue detectada en la Iglesia Pentecostal Avivamiento. Fue una crisis de llanto: fue entonces cuando contó a los pastores lo que le había ocurrido. El segundo hecho, otra vez crisis con llanto, sucedió en la escuela a la que asiste la menor. Esa vez los docentes hicieron lo que marca el Protocolo de Actuación en Casos de Abuso Sexual Infantil que rige en Entre Ríos: ante la sospecha de un abuso, las autoridades escolares deben dar intervención al Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf). Eso ocurrió en Federal.

La maestra de grado llevó a la nena con el director, pero la menor no quiso hablar con él, sino con la secretaría. La secretaria la escuchó y actuó como se debía actuar: la escuela tomó conocimiento de los hechos el 2 de junio de 2016. La docente que la escuchó contó en la Justicia que «hace unos días la nena estuvo con una crisis de llanto, que lloraba, se dormía y la asistieron varias veces, que en una de esas situaciones el director la llevó a la Dirección para que hablara con él, que la niña quiso hablar con una mujer,  y le manifestó que hace como dos años, en una de las visitas que hacía para ver a su padre en Nogoyá, había sido abusada por un tío que vive al lado de la casa de su papá, que ella le preguntó que le había hecho y la menor le dijo que había sido un abuso con acceso, ante lo cual no interrogó a la menor y solo la escuchó y (…) le manifestó que con esa información ello no se podía quedar y que la debía comunicar. Que no le pidió detalles a (…), que solo le comentó que su madre sabía pero que nunca le había contado todo, que eso no la dejaba dormir tranquila, que a esto no lo había contado ni al pastor de su iglesia, que sí sabían pero no los detalles, que después de esto llamaron a su madre, hicieron actas e informaron al Copnaf».

La piedra de toque abrió la primera investigación ocurrió, antes, en una clase de educación sexual. Lo contó la maestra de la nena cuando fue convocada por la Justicia: Dijo que «hace un tiempo, en circunstancias de estar dando una clase sobre educación sexual, en relación a sentimientos, la nena se le acercó y le contó que después de mucho tiempo, ella había logrado perdonar a su tío que le había hecho algo muy malo cuando era más pequeña, que en ese momento ella solo la escuchó y le dijo que si quería hablar ahí estaría, que luego de unos días la niña tuvo una crisis de llanto en la escuela, por lo que la consoló y (…) (la nena) le contó que tenía problemas en su casa, porque peleaba mucho con su madre, sobre todo por las notas de la escuela, comentándole también que tenía dificultades para dormir ya que soñaba con el tío, calmándola otra alumna, luego la menor  se durmió y se despertó mal, y fue al baño con otra maestra (…), a quien le comentó lo que le pasaba, ante lo cual buscaron al director que llevó a la niña con la secretaria (…), a quien la nena le habría dado detalles de lo que le pasó, siendo que la niña nunca le contó detalladamente lo que le había pasado, solo que siempre habló de algo que le había hecho su tío».

Eso mismo es lo que establece el Protocolo de Actuación en Casos de Abuso Sexual Infantil: la escuela como primer paso para denunciar. «Ante casos de abuso sexual develados, la escuela debe convertirse en un espacio de reparación. Por un lado, desde la movilización de procesos de defensa: la calidez afectiva, apuntalamiento de la autoestima, la integración grupal, la idealización de imaginar un futuro mejor. Por el otro, utilizando los propios procesos de enseñanza y aprendizaje. El trabajo intelectual, la expresión artística, deportiva, el éxito en el proceso escolar, son también factores que permiten superar las secuelas del abuso», dice el Protocolo.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.