La llovizna más o menos tenue es parte del octavo día gris de este temporal largo que empapó todo, dejó un fango los senderos de tierra, y vuelve brumoso el horizonte donde el trajín de carros y personas agachadas, cargando bultos, no para. “Trabajan la basura”, se explica con naturalidad del otro lado del barrio San Martín, ubicado al oeste de la ciudad, a unas 15 cuadras del centro. Son decenas de vecinos que buscan rescatar materiales, cosas de los desechos que genera la ciudad y que llegan todos los días, en diferentes horarios, al Volcadero Municipal. Se trata de una dolorosa realidad que perdura en el tiempo, sin solución, en un lugar escondido de la ciudad.
Calle Ameghino al final permite ingresar al barrio y quedar frente a casitas estrechas, algunas del tamaño de un pañuelo, muy precarias, de chapa o madera, con techos cubiertos de nylon y patios con animales y cuerdas largas con ropa tendida. Esa calle, Ameghino, que antes era de tierra y en tiempos de lluvia quedaba cruzada por zanjas imposibles de transitar, fue asfaltada hace un par de años y ahora posibilita llegar con lluvia al corazón del barrio, y también quedar más cerca del agua, y de la basura. El asfalto termina justo en un edificio renovado del Centro de Salud San Martín, una obra que los vecinos ponderan y agradecen al igual que la del Jardín Maternal, ubicada cerca, en una cortada.
Justamente, la identificación de las cortadas es un tema pendiente que plantea el presidente de la vecinal, Roberto Gómez. Son nueve en total y están señalizadas con números que nadie recuerda. Por eso, Gómez dice que es necesario ponerles nombres y quieren que sean de vecinos del Volcadero, entre ellos los que han trabajado en la comisión del barrio, y que han sido referentes de la gente. Se trata de un homenaje, de un recuerdo, explica. Otro tema que reclaman, de forma urgente, es la luz pública. Es que hay red de alumbrado en Ameghino y en otra cortada, pero no llega a todos lados y no funciona en pleno, detalla. De noche hay sectores que quedan sumidos en la oscuridad porque carecen de las instalaciones y otros debido a que los focos están rotos. Actualmente, faltan diez y la rotura significa mucho en el tramo de Ameghino. El vecinalista asevera que las compras de lámparas la venía afrontando él, con la colaboración de algunos vecinos que ponían parte del dinero.
También, el acceso al servicio eléctrico por parte de los vecinos es otro tema pendiente de solución. Gómez aclara que está realizando gestiones en la empresa distribuidora Enersa para que se coloquen pilares comunitarios, pues las instalaciones son deficientes al igual que las redes del agua potable en partes del barrio. “Hay lugares que tienen un chorrito” porque se extienden cañerías, dice una vecina y habla del caso de personas que llegaron desde otros barrios e incluso de vivir en la calle, buscando un lugar para radicarse. Para estos casos se construyeron casillas de chapa que ayudaron a levantar los vecinos del barrio.
Y Gómez afirma que se trasladan de otras partes de la ciudad al barrio San Martín porque el lugar “está mejor” y enumera los avances: se construyeron, a través del programa Argentina Trabaja, veredas de cemento que se abren entre las casas levantadas sin orden, está el asfalto de Ameghino y ha mejorado la actitud de los vecinos en cuanto a evitar el amontonamiento de la basura cerca de las viviendas. En los avances, es considerado valiosísimo el trabajo que realizan con los chicos el grupo autoconvocado Suma de Voluntades y otras organizaciones que se acercan a partir de la cita, todos los sábados, que incluye juegos, el almuerzo, pintura y, lo principal, mucho cariño.
Con la basura al lado
Cinco gansos abren las alas, corren y dejan atrás el predio donde afloran pedazos de bolsas, de basura semienterrada de color blancuzco. Arreados por un chico, los animales van directo a una casa, que tiene un cerco de madera maltrecho desde donde relincha un caballo y ladran varios perros. Esa casa junto a otras está al borde de un gran terreno, de unas 8 hectáreas, donde desde hace casi un siglo, llega la basura que produce la ciudad: entre 250 y 300 toneladas diarias.
Y con el tiempo, el lugar donde los camiones municipales descargan los residuos se ha corriendo: ahora se ubica más al norte y los vecinos afirman que los deshechos llegan hasta el agua. Y cuentan que está tan cerca la basura del agua que hace unos días un caballo se hundió tanto en el barro que le quedó sólo la cabeza afuera y fueron los vecinos los que terminaron rescatando el animal.
En el barrio San Martín viven unas 300 familias, de las que buena parte necesita de ayuda alimentaria y elementos para sostener sus viviendas precarias, cobijarse en el invierno, protegerse de la humedad, de las lluvias. Desde la vecinal, explican que tras los temporales fuertes de febrero hicieron un censo con las familias a las que se les mojó el colchón, la ropa, la casa. Y concluye que la necesidad está siempre presente en el San Martín y que también están vivas las ganas y la decisión de poder tener un barrio mejor.
Marta Marozzini
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.