La alegría -que no es solo brasilera- se desató en el momento exacto: ni antes ni después. Y ganó las calles, los patios de las casas, los balcones de los edificios, las plazas y los puntos de reunión. Todos ahí, alrededor, gritando, abrazándose, cantando: la tensión exorcizada, los nervios hecho añicos, el grito pelado que se abalanzaba de la garganta.

La tercera copa del mundo que ganó Argentina este domingo en Qatar, al otro lado del mundo, al vencer a Francia en la final del Mundial de Fútbol 2022 se festejó en todos lados, se festejó en Paraná, se festejó en el centro ineludible de Paraná, la Plaza 1º de Mayo, un espacio que fue de todos: unos en los balcones, otros prendidos de las rejas, estos subidos a las columnas de alumbrado, banderas, muchas banderas, grandes y chicos, jóvenes y viejos: Argentina es mundial y había que festejar.

Se festejó: todos metidos en esa fuente, chapoteando el agua de esa fuente, mojados de un fervor que será recordado por siempre. Ahí estarán los videos, las fotos, los reels y los posteos en redes sociales, porque este Mundial se sufrió frente a la tele, y también en Twitter, en Facebook, en Instagram y en las cadenas de whastsapp.

Se festejó ese último penal, y se celebró la vida, se cantó la victoria tantas veces esquiva, se gritó que esta vez sí, esta vez se dio, que ahora Lionel Messi levantaba la copa, y se acomodaba esa capa dorada que le puso el príncipe de Qatar sobre los hombros, y que abrazara a sus tres hijos, y que todos ahí, en la cancha de Qatar, fueran como todos aquí, del otro lado del mundo, sin lujos ni esa comodidad asiática que molesta: calor allá y calor acá, quizá el único punto de conexión. Y la alegría.

Toda esa alegría. Festejada acá, y allá arriba, no tan lejos, en ese semáforo, ese poste, despegado del piso, porque por un momento nadie pisó la tierra.

 

(Fotos: Analía Moreyra)

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora