Las cúpulas buscan espacio entre el follaje de otoño de los árboles que ocupan las veredas angostísimas de ese tramo de calle Buenos Aires.
Es uno de los templos más antiguos de la ciudad, la Parroquia San Miguel.
La piedra basal se colocó en 1836, cuando gobernaba Pascual Echagüe.
Pero a pesar del apoyo oficial que hubo, del compromiso de los paranaenses y de la buena disposición de la Iglesia, el edificio no pudo concluirse en el tiempo pensado, sino en etapas.
Recién en 1854 se da el puntapie final a las obras. Pero no se consigue el cometido.
Las disputas internas y externas condicionaron los trabajos.
Pero en 1883, mientras la Iglesia Catedral estaba en obras, cumplió la función de templo principal.
En 1898 el obispo Rosendo de la Lastra y Gordillo la elevó a Parroquia, y designó a su primer párroco, Clementino Balcala.
A sus espaldas, se levanta la Capilla Norte de San Miguel, monumento histórico nacional, un edificio estropeadísimo al cual ahora se busca restaurar.
Al frente, el sol de otoño ilumina esas torres monumentales que balconean a la plaza.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.