Hay una nota a pie de página que revela parte de una historia desconocida y esclarecedora sobre El Diario, un medio fundado en 1914 como expresión de la Unión Cívica Radical, que dio gobernadores a la Provincia, y que se constituyó, con el tiempo, en nave insignia del periodismo entrerriano.

En El imperio del Quijote. La historia oculta de un diario que influyó en la política argentina, su autor, Jorge Riani, revela uno entre muchos datos: uno de los aportantes a aquella aventura de 28 socios que fundaron El Diario en 1914 fue José Alcain, abuelo de la periodista Luz Alcain –integrante de la Redacción entre 2002 y 2018-, hecho histórico que la familia desconocía.

Y por un motivo: “El olvido de los otros fundadores y de muchos aportantes se debe, en parte, a la imposición del relato que desde 1947 hizo Arturo J. Etchevehere: el ´único´ fundador fue su padre, Luis Lorenzo Etchevehere, y el resto de los actores fueron conducidos al olvido”.

La investigación de Riani descorre ese velo del ocultamiento y la construcción de un relato único, a la medida de la familia Etchevehere, y cuenta con lujo de detalles quiénes fueron aquellos primeros fundadores de El Diario, qué rol cumplió el primer integrante de una saga que quedaría para siempre ligada al medio, los Etchevehere, y de qué modo apareció a la luz pública siendo apenas in insert dentro de otro diario de la época, El Entre Ríos, del que después emigró para cobrar vida propia.

“Los fundadores fueron ocho, pero los aportantes de dinero eran muchos más, y lo hacían desde el anonimato”, reseña el autor.

En 1920, seis años después de su fundación, los dueños de El Diario eran Miguel Laurencena, Eduardo Laurencena, Mariano Calvento, Pascual Palma, Antonio Sagarna, Luis Lorenzo Etchevehere, Celestino Marcó, Emilio Mihura, Antonio Fayó, Prudencio Claría, Alfredo Mihura, Amadeo Grandi, Herminio Quirós, Juan Bibby, Humberto Pietranera, Francisco Mihura, Beltrán Mihura, Filiberto Reula, Dalmiro Basaldúa, Luis Brunner, Ramón Mihura, Cándido Uranga, José Alcain, Sireno Vásquez, Dalmiro Basaldúa, Juan José Castro, León Uranga, José Churruarín, Sebastián Jávega, Marcelina de Atencio, Eduardio Migliocchini, Domingo Ormachea, Enrique Pérez Colman.

Luis Lorenzo Etchevehere no era el mayor accionista de El Diario, dice Riani, pero una jugada audaz de su hijo, Arturo Julio, que toma el timón de la empresa a mediados de la década de 1940, llevaría a la familia finalmente al control total, a dar el perfil que finalmente tuvo y a sepultar para siempre la historia de los otros fundadores.

Aunque de los primeros fundadores surgieron ocho gobernadores radicales de Entre Ríos: Miguel Laurencena, Celestino Marcó, Luis L.Etchevehere, Eduardo Laurencena, Ramón Mihura, Enrique Mihura, Herminio Quirós y Raúl Lucio Uranga.

Cira Riani al historiador Aníbal Vázquez para decir que la idea central de la fundación de El Diario no correspondió al patriarca Etchevehere sino a Miguel Laurencena. Vázquez, precisamente, miembro fundador de la publicación, llegó a ocupar la dirección del medio.

“El Diario no fue oficialista, pero sí del partido que gobernó durante casi treinta años, hasta que la saga de golpes de Estado se instaló en la Provincia, como antes se había instalado en la Nación. Puede decirse que El Diario acompañaba a sus candidatos hasta la puerta de Casa de Gobierno provincial, pero no más allá”.

Arturo Julio Etchevere, hijo del “fundador”, tomó las riendas de El Diario y lo dirigió con mano dura durante 36 años, entre 1946 y hasta su muerte, ocurrida el 6 de mayo de 1994, y en ese tiempo fue que se dio vida al “relato” del único fundador, su padre Luis. En ese tiempo también amasó la fortuna familiar, no siempre con buenas artes.

Dice Riani que Arturo Julio supo transformar un diario partidario en un medio moderno y en esa empresa no dudó en utilizar todas las armas. “Además de temible, Arturo era un ególatra irredimible”, dice el autor.

Y agrega: “Arturo enojado daba miedo. Y fue su carácter una condición esencial al momento de comenzar a amasar la fortuna, porque había desarrollado la costumbre de comprar sin plata, con cheques sin fondos, muchas veces, e imponiendo condiciones a sus vendedores que no atinaban a contradecirlo”.

Su hijo Arturo, Arturito, el último director de la saga familiar en El Diario, le reveló a Riani que su padre, en tiempos de Juan Domingo Perón, solía poner a nombre de sus empleados las propiedades que compraba. Fue así como un cuidador de  caballos llegó a ser accionista de El Diario.

El Imperio del Quijote es así la historia de la familia Etchevehere, sus cruces con la política, el enfrentamiento al yrigoyenismo, su perfil opositor al primer gobierno peronista –llegó a soportar 14 clausuras-, su guerra declarada con el interventor provincial Carlos María Zavalla, el mismo que perseguía judíos en Paraná, y la creación de El Diario como el medio principal en Entre Ríos, con proyección nacional.

En ese recorrido historiográfico, Riani muestra su faceta de hurgador en la historia provinciana, la vida política y social, los nombres y las anécdotas. Lo hace con soltura y un oficio que ya demostró en otras obras, como Entre Ríos Secreta, y Relicario, crónicas urbanas de Paraná.

La era Arturo Etchevehere, queda de manifesto en el libro, fue la de la más rica Redacción, con plumas como Juan L. Ortiz, Amaro Villanueva, Marcelino Román, Filiberto Reula, Guillermo Saraví, Beatriz Bosch, quizá la única mujer en firmar en las páginas de El Diario.

El libro de Riani aporta datos interseantes sobre la historia de El Diario y de los Etchevehere: el Quijote, que por muchos años fue su marca comercial, no nació con la publicación, en 1914 sino que se incorporó recién en 1970.

Arturo Etchevehere fue el primero de la familia que entendió el negocio, y tuvo una visión del mercado que lo llevó a aplastar toda posibilidad de competencia que pudiera hacerle sombra. La última, El Día, creado en 1975 durante la gobernación de Enrique Tomás Cresto, no alcanzó a competirle de igual a igual por cuanto su Redacción fue encarcelada durante la última dictadura, un años después de su salida a la calle.

Cuatro grandes capítulos componen El Imperio del Quijote, que imprimió la siempre prestigiosa Editorial de la Fundación La Hendija: “Nacimiento”, “Crecimiento”, “Los Etchevehere”, “Ocaso”, que son a la vez los cuatro momentos clave en la vida de El Diario.

El nacimiento ligado a aquellos primeros fundadores, el crecimiento ligado a la vida empresarial del hijo de uno de los fundadores, Arturo Julio y la designación de uno de sus tres hijos, Luis F, como director, el célebre “Zahorí”. Y el ocaso es lo que empezó a partir de 2010, cuando negoció la venta de la mayoría accionaria, primero a Walter Grenón, y después a Ramiro Nieto, y la posibilidad de la incursión del urribarrismo, a través de su ministro Pedro Báez, definiendo qué se publicaba y qué no en El Diario.

Si Arturo transformó un diario partidario en un diario moderno, Zahorí fue el responsable de “modernizar” la Redacción, con la incorporación, en los primeros 80, de una figura clave dentro del periodismo, Guillermo Alfieri, y dar espacio a la primera redactora mujer, en 1986: María Celeste Mendaro.

Luego, sigue el entrevero familiar judicial de los Etcheverehe, las peleas entre Zahorí y Arturito, y el exilio de Ivar, más conocido como Raucho. Estos últimos dos serían, a la muerte de Zahorí, en 2009, los responsables de vender la marca y el negocio periodístico, y de abrirle las puertas al urribarrismo, lo que lo hundió finalmente en el descrédito en el que transcurre hoy.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora