Gustavo Saavedra está condenado a 20 años de cárcel. El 7 de noviembre de 2022 los jueces María Carolina Castagno, Alejandro Joel Cánepa y Rafael Martín Cotorruelo firmaron un fallo condenatorio y le endilgaron ser considerado autor material y responsable del delito de promoción a la corrupción de menores agravada por la edad de las víctimas, por el medio de comisión y por el vínculo, reiterada.
Las víctimas, sus tres sobrinos. Por eso mismo su hermana, María José Saavedra, carga sobre sus espaldas con un reproche todavía màs duro: haber prostituido a sus propios hijos, y por eso le aplicaron una condena de 25 años de cárcel. Gustavo Saavedra está, desde agosto de 2023, alojado en la Unidad Penal Nº 1, de Paraná; María José Saavedra, en la Unidad Penal Nº 6 Concepción Arenal.
Ninguno tiene condena firme.
Envían a la cárcel a los condenados por abusos a los hermanos de Oro Verde
Gustavo Saavedra ocupa una celda para cuatro en la que la necesidad y la falta de espacio hace que quepan seis.
“Lo que me pasa por mi cabeza todo el tiempo es la injusticia que nos ha hecho vivir el sistema judicial. Desde el inicio de la causa, estoy hablando del año 2013, cuando se radica formalmente una denuncia en contra de mi hermana María José, de mi otra hermana Lucía Lidia, en contra de mis padres Juan Pedro y mi mamá Mirta Florian, y de mi actual pareja viene una seguidilla de inconsistencias, irregularidades, errores en el debido proceso constantemente. Recién ahora, que tenemos el respaldo y una defensa de abogados, nos venimos a enterar de un montón de cosas que han hecho mal que nos han perjudicado, y todo por nuestra ignorancia, por nuestra falta de recursos. Por eso estamos hoy atravesando esta situación de estar en una unidad penal”, dice.
Gustavo Saavedra habla desde un teléfono del Pabellón 23 de la Unidad Penal de Paraná que tiene problemas de conexión. Por momentos no escucha.
Dice que todos los funcionarios judiciales que han tomado la “causa de los abusos en Oro Verde”, así se conoció mediáticamente el caso, han hecho mal su trabajo y los han perjudicado a él, a sus hermanas, a su padre, a su pareja, a su expareja, todos con prisión dictada por tres tribunales diferentes.
“Desde la fiscal que tomó la causa en un principio, la actual jueza de Ejecución de Penas de Paraná, estoy hablando de Cecilia Bértora, como la seguidilla de fiscales y jueces que han estado, por ejemplo, Laura Cattáneo, ya jubilada, todo ha sido muy desprolijo”.
-¿De qué se los acusa?
-Por corrupción de menores, pero llevados a juicio por corrupción de menores, agravada por el vínculo, abuso sexual con acceso carnal, todo a raíz supuestamente de una secta satánica que actuaba, de la que formaríamos parte, y en la cual incluso hasta sapos matábamos. Esas son declaraciones de una de las supuestas víctimas y declaraciones del denunciante, Orlando Questa. Nada que se pueda probar.
-Las supuestas víctimas son tus tres sobrinos y el denunciante, Orlando Questa, es la expareja de tu hermana, María José Saavedra.
-Sí, padre de mis sobrinos víctimas en esta causa.
-En la pareja de tu hermana se habló de mucha violencia.
-Exacto. Esta pesadilla de la denuncia formal fue en 2013, pero esta otra pesadilla arranca en el año 1996 en nuestra familia. Mi hermana con 16, 17 años se pone de novia con este sujeto de 22 años, militar. Ese noviazgo empezó mal. Él la perseguía en la escuela. Finalmente, en el año 97, ellos se casan y a él le surge un traslado a la ciudad de Mar del Plata, más precisamente Santa Clara del Mar. Cursando mi hermana su primer embarazo, mis padres la visitan y se encuentra con una situación totalmente atroz. Orlando Questa le pagaba a mi hermana. Le daba hasta patadas en el vientre estando embarazada.
-Cuando vos decís que la Justicia actuó mal con ustedes, ¿cuál fue el elemento que usó la justicia, que usaron los fiscales, que son los que acusaron, para sostener esta idea, involucrarlos y pedir penas altísimas? Estamos hablando de 20 y 25 años de cárcel.
-Mira, elementos que sostengan la acusación no los hay, porque hemos pasado por 5 allanamientos, todos negativos, se llevaron nuestros elementos electrónicos, dispositivos de almacenamiento que, dicho sea paso, nunca la justicia los devolvió. No hay nada. Nada se encontró. Solamente los dichos fantasiosos de las supuestas víctimas que se tuvieron que comer golpes y amenazas violentas del padre. Una de las hermanas contó que a golpes el padres les exigía que se aprendan y repitan la historia y se aprendan más hechos que ninguno se pudo comprobar.
-Hubo tres pronunciamientos judiciales que los declaran culpables a ustedes. La expectativa de ustedes está en que les hagan lugar al recurso extraordinario e ir a la Corte.
-Exacto.
¿Vieron un sesgo homofóbico en la causa?
-Todo el tiempo, todo el tiempo predominó. El mensaje homofóbico a nivel institucional. Por ejemplo, la jueza de Casación dice que es lógico que nosotros, refiriéndose a mi actual marido y a mí, que nosotros seamos violadores, abusadores, porque justamente la víctima es varón. Entonces, al ser varón es propenso a que seamos desviados, que no tenemos problemas psicológicos ni problemas físicos que impidan que nosotros podamos acceder a una violación. Y en cuanto a la mujer, a la víctima mujer, también, más allá de que nuestra condición sexual, orientación sexual sea gay, como que no impediría tampoco la violación.
-La primera fiscal que retomó el caso después de que estuviera olvidado fue Laura Cattáneo, ya jubilada. ¿Alguna vez los escuchó?
-Nadie. Es lo que yo le pregunto a mis abogados. A nosotros nunca una fiscal nos llamó a nada ni a declarar. De hecho, hoy nos enteramos que antes de producirse todo lo que es pruebas, tendrían que habernos notificado formalmente de la denuncia. Y nunca fuimos notificados formalmente de la denuncia.
-¿Qué te pasó por la cabeza, qué te pasó por el cuerpo cuando escuchaste el 7 de noviembre de 2022 la lectura del fallo condenatorio?
-El fallo condenatorio fue ridículo. Yo fui ese día, el último día, a escuchar el adelanto de sentencia convencido de que la causa se había inclinado contra el padre de las víctimas. De hecho, el juicio mismo, todo el debate se inclinó hacia el padre. Pero no pasó.
-¿Estás esperanzado en que se pueda cambiar el rumbo de esta causa una vez que llegue a la Corte?
-Confío en la Corte. Yo creo que la Corte es nuestra posibilidad de que se vea los errores garrafales que intentaron arreglar con más errores encima de lo que vienen suscitando desde el 2011 en adelante. Un defensor oficial, Jorge Sueldo, nos quiso llevar a juicio abreviado, lo que significaba declararnos culpables. Le pregunté si estaba loco. Yo no iba a reconocer nada.
-¿Cómo son tus días en el penal?
-Ahora, bien. Pero llegar acá fue una gran tortura de parte del Servicio Penitenciario puntualmente. En la rueda de reconocimiento, por ejemplo, aparte de pasar por los golpes, nos hacen tomar de las manos con Daian -su esposo ahora, NdelR-, burlándose. “A ver quiénes son los novios”, decían. Y nos obligaron a besarnos bajo golpes.
-¿Eso pasó cuándo?
-Eso pasó la noche del 17 de agosto de 2023, cuando ingresamos a la Unidad Penal. Después de un año y medio con los compañeros del penal, hemos hecho un trabajo entre los tres de masculinidades. Hoy nos aceptan y podemos llevar una vida más o menos tranquila. Pero esto no deja de ser un penal donde el pabellón está sobrepoblado de personas. Somos más de 100 personas conviviendo, con los bajos recursos que tiene el pabellón, de agua, de alimentación, de productos de higiene. Si no fuese por nuestras familias y amigos, sería peor. Pero tengo que reconocer también que hay muchos penitenciarios que nos han apoyado y nos han acompañado y la verdad que han sido un sostén importante también. Tenés una de cal y una de arena acá. Sí, sí.
-Y hoy, ¿cómo es después del casamiento de ustedes con Dayán?
-La convivencia normal no ha cambiado nada, algunos lo toman a chiste. Se supone que estamos en un pabellón de conducta y así es como tiene que ser acá, acá hay ciertas normas, códigos de convivencia que tienen que respetarse, no predomina la violencia por empezar y eso es fundamental.
-¿Por qué los tienen en la cárcel con prisión preventiva?
-El riesgo que me argumentaron es el peligro de fuga. Si no nos fugamos antes, ¿cómo nos vamos a fugar ahora que estamos peleando para que se resuelva esto? También nos alegan, además del peligro de fuga, que no tenemos arraigo. Cómo que no tengo arraigo si tengo acá a un padre de 84 años, que está pasando los últimos años de su vida solo porque falleció mi mamá a los dos meses que nos traen presos. Alegan que no tenemos arraigo cuando tenemos toda nuestra vida social arraigada.
-¿Y tienen los recursos como para fugarse?
-No tenemos nada. De hecho tuvimos que pelear para que tengamos la posibilidad de litigar sin costo en la Corte Suprema.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora