Elena Salomón, secretaria de Superintendencia N° 1 del Superior Tribunal de Justicia (STJ), que en redes sociales se conoce con el seudónimo “La Guiaguarina”, y además de abogada es una destacada artista plástica, dio forma a un espacio autogestivo, La Taller, que brinda la posibilidad a creadoras de múltiples disciplinas de desarrollar sus iniciativas.
La iniciativa fue reflejada en una crónica de la periodista Cecilia Martínez para la revista Brando, un producto del grupo La Nación.
Máquinas, material de trabajo y un escenario apropiado, a costo cero para las realizadoras, activaron así el engranaje de proyectos, ideas y talleres de artes y oficios. El objetivo: facilitar a los artistas la infraestructura para su desempeño y dar cabida a una suerte de laboratorio de experimentación y desarrollo “al estilo de la Bauhaus o el Vjutemás ruso”, señala Elena Salomón, alias La Guiaguarina, creadora visual, abogada, mecenas e impulsora del proyecto.
“La única forma de pertenecer a La Taller es apropiándoselo. A las artistas se nos pregunta qué hacemos, pero no dónde, ni si tenemos el espacio adecuado. En este caso, se ponen a disposición los recursos”, explica su fundadora.
Con perspectiva de género y principios de “cuidado amoroso”, el espacio invita al cruce de saberes y al trabajo en red, agrupando fundamentalmente a mujeres y disidencias. El beneficio económico por la venta o comercialización de las obras es para sus creadoras, autoras de producciones plásticas, fotográficas, audiovisuales, musicales y literarias, y de proyectos ecológicos de producción textil. También un cuerpo de danza desarrolla allí su actividad.
“No se trata de un mecenazgo tradicional de «te compro una obra», sino de capacitar y empoderar”, recalca Salomón, cuya idea inicial de disponer de un espacio para su propio desempeño artístico se amplió al abrir una convocatoria a través de las redes sociales para compartir el espacio a costo cero.
Conforman hoy el colectivo las artistas visuales Milagros Burgos, Desiree, Camila Rufiner (también acróbata) y Vale Aldecoa, y las comunicadoras visuales Rocío García (DJ y productora), Belén García (ilustradora), Camila D’Amico (tesista de trabajo social) y Flor Nadia (ilustradora y creadora de contenido en Twitch). También las comunicadoras sociales Mariana Bolzán (escritora) y Paula Kindsvater (fotógrafa).
En La Taller, que creció sobre el espacio físico de un antiguo taller mecánico, se utilizan máquinas, herramientas y artefactos históricamente vinculados al trabajo en términos de productividad. Hay laboratorio, sets fotográficos, equipos de edición, impresoras 3D, espacio para tatuar y medios de producción audiovisual (filmadoras, proyector, elementos de iluminación, pantalla y equipos de sonido) y de creación plástica (óleos, telas, bastidores, acuarelas, soportes en papel). También máquinas de coser, pistolas para alfombrar telas, maniquíes y mesas de corte.
La experimentación textil ocupa un lugar destacado en la instalación gracias a un proyecto de creación de biopolímeros, estructura íntegramente degradable y compostable realizada en el laboratorio a partir de gelatinas/gelificantes, féculas y bacterias u hongos. La artista Reina Heels, que encabeza la iniciativa, explica en qué consiste: “Lo emocionante de los textiles compostables es la posibilidad de hacer telas propias para la confección. Nos encanta pensar en prendas que tengan una vida útil y que luego no sean desechadas por pasar de moda. Estos polímeros estilísticos son el futuro”.
La escritora Mariana Bolzán, por su parte, trabaja en la “documentación y reconstrucción de una narrativa” que permita a La Taller asentar por escrito su génesis y proyecciones. Paula Kindsvater, también implicada en ello, fue de las primeras en habitar la casa. “En Paraná, no había un espacio con estas coordenadas para producir ahí, dejar tus cosas y utilizar otras con un sentido muy fuerte de la horizontalidad y del trabajar con otres. A mí me dio la posibilidad de hacer lo que no venía haciendo, de conectarme con mi trabajo de otra manera y de comenzar derivas creativas junto a otras personas”, cuenta. Su experiencia es extensible a gran parte de sus compañeras.
Fuente: Revista Brando/La Nación