Orlando Van Bredam vive en Formosa hace 43 años. Se fue en 1975 cuando para ejercer de profesor de lengua y literatura había que tener paciencia. “Yo no quería esperar a que se jubile o se muera algún profesor”, dice ahora y se ríe. Se instaló en El Colorado, Formosa y allí hizo su vida y la trama de su literatura. “Algunos amigos que leen mis libros dicen que soy un poeta entrerriano y un narrador formoseño”, bromea.  En efecto Van Bredam se fue de Entre Ríos como poeta y ya en los regresos, esporádicos y pasajeros, por la provincia venía con los sólidos artefactos de una nueva veta entre sus cosas. En la novela Van Bredam consiguió la llave más directa para encontrarse con el fundamento del escritor: el lector. Alguien, del otro lado, que completa la escena para que exista obra: el arte y la comunicación.

Este viernes, a las 19,30 en la Biblioteca Provincial de Paraná (Alameda de la Federación 278), en el ciclo “De pluma y canto”, la Secretaría de Turismo y Cultura ofrece un homenaje a uno de los exponentes más relevantes de la literatura entrerriana contemporánea. A los 66 años recién cumplidos, Van Bredam se va a sentar en el centro de la escena para desarrollar su especialidad: contar una historia, aunque en este caso, por la naturaleza del acto, resulte una obra de mayor incidencia autobiográfica.

Lo valioso del encuentro está en escuchar a Van Bredam, prestar atención a su modo de concebir y transmitir su oficio y en la energía del contagio. Lo que sigue, para quien no accedió aún a su literatura, es sumergirse en la obra. Las novelas Van Bredam.

Una forma de empezar a leer al autor nacido en Villa San Marcial, un pueblito menudo y de poca referencia en su obra, es elegir la novela premiada. “Teoría del desamparo” (Premio Emecé Novela) es un policial que transcurre en Formosa, pero podría suceder en casi cualquier provincia del interior del país. Está escrita en segunda persona, lo que genera que el lector, desde el inicio, se sienta parte de la historia y no de una historia  sencilla: hay un cadáver en el baúl de su auto y ese cadáver es de uno de los políticos más influyentes de la provincia. ¿Qué me dice?

“Nada bueno bajo el sol” es tal vez la novela más delirante de Van Bredam, con una historia original que alcanza instancias de humor sin estar buscando la risa aunque la encuentre. Puede ser, también, un buen comienzo para leerlo. Pero ahí está, para el vasto público que se interesa en la mística de una historia, “Colgado de los tobillos”, la novela del Gauchito Antonio Gil: ágil, intensa, de montarás belleza, ungiendo al santo popular en hombre de carne y hueso y tejiendo una aventura a la estatura del mito.

“Mientras el mundo se achica” es la creación de una no ficción sobre un personaje increíble: el gigante Jorge González. El hombre que creció en un monte chaqueño, sin calzado para semejante raíces, con un hambre imperecedera, tan grande, como su tamaño o su soledad. Van Bredam acompaña al Gigante que se hizo jugador de básquet, acarició la NBA y terminó en la trup más famosa de lucha libre en Estados Unidos y filmando una versión de BayWatch, junto a Pamela Anderson, para luego caer en la enfermedad y en la pobreza. De esa historia inmensa, Van Bredam construye un libro sobre la soledad y la extrañeza en un hombre que no encaja en el mundo, a tal punto que su pesadilla resulta profecía: su cajón no entra en el agujero final. No encaja y lo carcome el sol y la lluvia.

Hay mucho Van Bredam para leer: “Nadie detiene a las ambulancias”, “Rincón Bomba”, “La música en que flotamos”. Tal vez uno de sus momentos literarios más plenos del autor se encuentren en la reunión de relatos publicados por La Hendija “La mujer sin ombligo”.

Pero hay tiempo y más para leer.

Van Bredam es una usina de historias y tiene, además, la vocación de buscar entre las cuerdas más sensibles, donde nos podemos reconocer todos y sumarnos: los lectores que se guían por el canon, los que no leyeron los clásicos, los que no dejan un libro cuando lo empiezan, los que se pasan las descripciones, los que dan chance hasta la página 50, los de todos los días y los que descubren por primera vez las creaciones fabulosas de un refinado arquitecto de la palabra.

Este homenaje a Van Bredam debe ser una invitación a leerlo. Es esa la razón más noble de la propuesta y también la más justa. Hoy, en Paraná, hay un maestro en todos los sentidos amorosos de la palabra. El desafío es que su literatura llegue a las nuevas generaciones. Solo hay que garantizar el acceso, el resto lo hará Van Bredam, con todos sus libros apilados.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.