Dice que la primera vez que pasó tenía 11 años.
Tenía 11 años, entonces, cuando pasó lo que le pasó: una mano ajena en su sexo.
Pero entonces no supo qué hacer.
Tampoco supo qué decir.
Durante mucho tiempo, no pudo decir nada.
No dijo nada.
Aprendió a no decir nada: a callarse.
Le impusieron silencio, que no dijera nada, que se guardara todo lo que pasaba.
Todo lo que pasaba eran abusos.
Un sacerdote abusaba de él cuando tenía 11 años.
–¿Qué te decía?
–Que lo que pasaba ahí, quedaba ahí, que no se lo contara a nadie. Te hacía mucho la cabeza. Capaz que si yo me animaba hablar cuando era chico, no pasaba esto. Yo me di cuenta de grande de todo eso que pasé.
Ahora tiene 18 años y siente un poco de bronca.
Pero tiene mucha entereza y eso que le dicen valor.
Pero ni la entereza ni el valor ni esas ganas urgentes de hacer justicia le bastaron para seguir viviendo junto a los suyos: su madre, la pareja de su madre, sus dos hermanos.
Alexis Endrizzi dejó su pueblo, Lucas González, y se fue a vivir con unos tíos que le dan alojamiento en Buenos Aires, y allá, a casi 500 kilómetros de su casa, trabaja de albañil.
En Lucas, Alexis trabajaba, y trabajaba bien.
Pero tuvo que irse.
***
La noche del jueves 8 de noviembre de 2016, cuando el cura Juan Diego Escobar Gaviria salió en libertad después de haber permanecido una semana preso en la Unidad Penal de Victoria, con una investigación penal que entonces recién comenzaba por abuso de menores, Alexis se sentó a hablar con Nancy Ruiz Díaz, su mamá, y le contó todo.
O casi todo.
–El primer día, ese día que me enteré de todo, fue terrible. Se me vino el mundo abajo. Fue impresionante. Ya ya sabía que a mi otro nene le había pasado algo, y me costaba creer. Y que después, que él me diga, que mi hijo me diga que también le pasó, fue muy fuerte para mí. Hubiera querido tenerlo cerca al cura. No lo tenía cerca. El día que me lo contó, el cura salió de la cárcel y se fue. Ese día, a la noche, me lo contó. Tenía ganas de insultarlo, de matarlo al cura.
Pero ahora ya no piensa nada de eso: solamente piensa en que la Justicia haga su trabajo, que el cura responda por las cuatro denuncias de abuso que tiene.
Nancy Ruiz Díaz repite una frase que dice Alexis, su hijo: “Estamos jugados”.
Estar jugados, verbigracia: que no hay vuelta atrás, que quieren que la Justicia lo mande a la cárcel a Escobar Gaviria, que lo condene por los abusos, y que cese también el escarnio.
***
Pasaron seis largos años hasta que Alexis pudo romper el silencio.
Primero se lo contó a su novia; después, a su mamá.
Más tarde dio otro paso.
Llegó a Tribunales, se sentó frente a un extraño, un fiscal, Federico Uriburu, de la Unidad Fiscal de Nogoyá, que le hacía preguntas, contestó las preguntas, contó lo que fue su adolescencia de abusos y entonces vio a su lado su mamá.
Estaba llorando. Nancy Ruiz Díaz lloraba al enterarse lo que había pasado su hijo.
Alexis cayó en la cuenta que estaba ahí, cerca suyo, y le pidió que lo dejara solo con el fiscal.
No quiso que escuchara el resto.
El resto fue un detalle escabroso de una adolescencia enlodada por la barbarie.
–No podía contar todo estando mi mamá ahí.
Después que contó, algo anduvo mal.
–Estaba trabajando bien, pero cuando se enteraron de que yo había denunciado al cura, me echaron. “No hay más trabajo”, me dijeron, pero yo sabía que había trabajo. Me presenté un jueves a declarar, y al lunes siguiente me echaron. No quise entrar a trabajar a la Municipalidad porque iban a seguir diciendo que esto lo hacíamos para recibir plata, pero nada que ver.
–Te fuiste a Buenos Aires. ¿Qué haces en Buenos Aires?
–Vivo con mis tíos y trabajo de albañil. Es muy difícil estar en Buenos Aires. Tuve que dejar a mi familia, a mi mamá, a mis dos hermanos, y a mi padrastro. Vuelvo una vez al mes a Lucas. Ellos, mi familia, no lo están pasando nada lindo.
–¿Te dio tranquilidad saber que ya hay fecha para el juicio?
–Muy tranquilo no estoy. Acá, en el pueblo, se critica mucho a los denunciantes. Salgo con miedo a la calle, qué querés que te diga. Uno no sabe qué puede pasar. Pero mi mayor temor no es por mí: es que se metan con mi familia. Por mí, no hay drama. Pero que no se metan con mi familia.
–¿Cómo siguió tu vida después de haber hecho la denuncia?
–Estoy tratando de rearmar mi vida. Mi novia no quiere saber nada de esto, no me quiere oír hablar. Ella fue la primera a la que se lo conté; después, a mi mamá. Yo no podía dormir. Estaba pensando todo el tiempo si hablaba, si no hablaba, si me quedaba callado. Yo no sabía si hacía algo bueno o malo al hablar. Yo hablé. Otros chicos no han podido. Yo sé que hay más, porque hay comentarios en Lucas. Pero no sé quiénes son. Nadie habla, nadie cuenta. Encima, está el fanatismo de los padres, y no se animan a hablar.
***
El fanatismo.
Nancy Ruiz Díaz pone distancia del fanatismo que hay en el pueblo.
Dice:
–Lo que siempre dije es que no quiero que todos estén a favor de mis hijos. Lo que me interesa es que los respeten. Cada uno tiene derecho a tener su opinión, pero siempre con respeto. La verdad es que nos sentimos bastante mal con todo lo que nos pasó. Lo que vivieron mis hijos, y encima sentir el desprecio de la gente. Y lo peor: no te lo dicen directamente, pero te lo mandan a decir. Y eso es fuerte para nosotros como familia. Por eso siempre digo: no me interesa si le creen a mi hijo, pido respeto. En el juicio se sabrá si mis hijos mintieron o no.
El 22 de agosto, en Gualeguay, Juan Diego Escobar Gaviria se sentará en los Tribunales de Gualeguay en el banquillo de los acusados: tres jueces juzgarán las cuatro denuncias que pesan en su contra por haber abusado sexualmente de menores en Lucas González.
El cura esperará el juicio en prisión, a donde fue a parar el 21 de abril. El 26 de abril los fiscales Federico Uriburu y Rodrigo Molina cerraron la investigación penal preparatoria, elevaron la causa al juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, para su remisión a juicio.
Acosta decidió mandar la causa a juicio oral el 9 de mayo.
El juicio final será acá, en la tierra.
Escobar Gaviria tendrá que rendir cuentas ante un tribunal.
Y después solucionar sus asuntos con Dios.
Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.