«Dicen que somos zurdas y asesinas/ los fachos que apoyaron a genocidas/ Dicen que quieren salvar a las dos vidas/ los que encubren al cura por pedofilia…”.

Los cánticos resuenan en la esquina de calles San Martín y Colón, a metros de la Plaza Alvear y la Iglesia San Miguel, en Paraná. Los activistas por el aborto legal agitan; la noche helada y el debate en el Senado nacional exigen estar en movimiento.

El hit, la canción que todos cantan y que se vuelve pegadiza, hace alusión a la complicidad de la Iglesia Católica en los crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico- militar y, además, al encubrimiento de curas pedófilos.

En Entre Ríos hay dos miembros de la Iglesia condenados por abusos y corrupción de menores: el cura sanador que oficiaba misa en Nogoyá, Juan Diego Escobar Gaviria; y el sacerdote Justo José Ilarraz. Al primero la sentencia de cárcel le llegó en septiembre de 2017; mientras que al segundo, en cuyo caso quedó más claro el silencio cómplice de la curia, el castigo se le impuso en mayo de este año.

En esa esquina de Paraná funciona un bar que se convirtió en el rincón del feminismo y desde donde se siguieron los dos debates legislativos por la legalización del aborto: el 14 de junio, en Diputados, y el miércoles 8 de agosto, en el Senado.

En  el piso, acurrucados en las esquinas del local, o desde la calle, mujeres, varones, gays, trans cantan por el aborto legal en Argentina y ponen la mira en la Iglesia Católica, la institución que ejerció una fuerte presión para que no avance el proyecto que amplía derechos para las mujeres, y que finalmente fue rechazado por el Senado en las primeras horas de este jueves. La votación resultó con 38 votos en contra, 31 a favor de la legalización del aborto, 2 abstenciones, y 1 ausencia.

Los senadores de Entre Ríos votaron mayoritariamente a favor de la legalización: Pedro Guastavino y Sigrid Kunath; en contra lo hizo el representante de Cambiemos, Alfredo de Angeli.

Claro que el debate no se apagó con la votación adversa en el Senado: ya hay quienes impulsan una rediscusión del texto en 2019 y, también, en 2020. Aunque hoy se conoció otra idea del Gobierno: impulsar una reforma al Código Penal que pondrá al aborto otra vez en agenda legislativa. El anteproyecto de reforma del Código Penal que remitirá el Poder Ejecutivo al Congreso fue diseñado por una comisión de jueces y fiscales presidida por el camarista de Casación Penal Mariano Borinsky. Más de un año demandó la tarea. En el capítulo referido al aborto, los magistrados buscaron un equilibrio que contemple todos los derechos constitucionales en juego: el derecho a la vida y el derecho a la libre disponibilidad del cuerpo de la mujer y a su autonomía personal. Se mantiene el aborto como delito, pero con más excepciones que los que dispone el Código actual. Una modificación central es declarar no punible a la mujer que cause su propio aborto o consienta que otro se lo practique.

Pero antes de que todo eso pasara, antes siquiera que el Senado votara lo que ya muchos intuían, la vigilia en las calles se mantuvo cerrada, fuerte, a pesar del frío y la llovizna de un miércoles arisco.

Mucho antes, a las 20, las pibas y los pibes se expresaban en la Plaza Alvear. Allí, uno de los discursos más celebrados fue el que dio la senadora nacional por Entre Ríos, Sigrid Kunath (PJ), quien por la tarde del miércoles pidió aprobar el texto y cuestionó las presiones de la curia.

La Plaza rompió en aplausos con algunos pasajes de su discurso, como cuando hizo referencia a la presión de la Iglesia y su “selectividad” para motorizar causas, en clara alusión al silencio ante los casos de abusos de menores por parte de algunos de sus miembros.

 “No quiero generalizar, pero llama la atención el énfasis selectivo que existe en motorizar algunos temas, porque, por ejemplo, en mi provincia, que viene siendo castigada, por ser sutil en el comentario, con distintos casos de abuso sexual infantil, en los que están involucrados miembros de la Iglesia Católica, no hemos tenido ningún tipo manifestaciones en este sentido. Entonces, digo que hay un énfasis selectivo en estos temas”, dijo Kunath en el recinto.

Otra de las frases celebradas es la que ubicó al aborto como un tema de salud pública, y no una cuestión que deba resolver el Código Penal. “Entiendo claramente que este es un tema de salud pública, es un tema que involucra derechos de las mujeres, que involucra muertes evitables, lesiones que son evitables. Estamos frente a una realidad que no nos gusta, nos duele, pero que nos interpela”. Los jóvenes aplauden y comienzan a cantar: “Aborto legal/ en el hospital”.

Luego la acción se traslada al bar donde se proyecta el debate en el Senado. “Les pedimos a los hombres que den lugar a las mujeres porque este es su día. Banquen afuera, y dénle lugar a las mujeres para que puedan ver las exposiciones en este día histórico”, pide y ordena una de las integrantes de la Asamblea Participativa de Mujeres, y activa militante en Paraná de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Los muchachos entienden y se retiran a las puertas de calle San Martín, esquina Colón, donde otros pañuelos verdes calientan el cuerpo con ritmo y cánticos. Es medianoche, y desde muy temprano se sabe que la Cámara de Senadores de la Nación rechazará el proyecto de despenalización y legalización al aborto. Horas después habrá un número: 38 en contra, 31 a favor y 2 abstenciones.

Otro de los discursos más celebrados fue el del senador Fernando ‘Pino’ Solanas: “Hay miles de mujeres que no tienen otra opción que el aborto clandestino, porque ninguna ley represiva pudo a lo largo de la historia impedir los abortos. Sinceremos el discurso, acabemos con la hipocresía de una clase dirigente que sabiendo que las más pudientes podían acudir a los abortos seguros, las menos pudientes estaban condenadas a la infección o a la muerte», lanzó en el recinto el veterano dirigente y cineasta.

La juventud rompe en aplausos. En la calle, bulliciosa, sobrevuela otra pregunta: ¿Cuándo habla Cristina Kirchner?

La expresidenta habla pasada la medianoche, casi en el cierre de la ronda de discursos. En ese momento, la calle y cada rincón del local quedan en silencio. Se bajan los bombos. Hay expectativa.

Apretujados, entre camperas, cervezas y pañuelos verdes, se escuchan los argumentos de por qué cambió de opinión respecto al aborto, cuya discusión fue negada durante su gestión: “No fue mi hija la que me hizo cambiar de opinión. Fueron las miles de chicas en las calles las que me hicieron cambiar de opinión”, dice Cristina. Se ven gestos de aprobación y algunas muecas, de quienes le reprochan que el proyecto ni siquiera sea haya tratado en 12 años de Gobierno.

Minutos después, la exmandataria llama a ser más moderados con la institución católica, la que más presión ejerció contra el avance del proyecto de ley. “No se enojen ni con la Iglesia ni con los sacerdotes. Sigan construyendo esa fuerza que pude percibir claramente el 8 de Marzo», afirma Cristina.

—Siempre tan funcional –protesta Victoria, una joven profesional que milita por el aborto legal desde que cursaba en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader). De inmediato hace silencio.

A medida que la expresidenta avanza en su discurso se comienza a percibir la estrategia: que se le introduzcan modificaciones al proyecto para que vuelva a la Cámara de Diputados y el texto no caiga hasta el año próximo. “Hoy no estamos dando ninguna respuesta, estamos bajando una cortina, rechazando. Tenemos que proponer una alternativa», blanquea la exmandataria.

Tras el discurso más esperado llega el final. El cierre a cargo de la ultracatólica radical tucumana Silvia Elías de Pérez, una de las voces de la Iglesia en la Cámara de Senadores de la Nación.  En la esquina de San Martín y Colón ya pocos se quedan a escuchar las afirmaciones de la mujer que le niega el derecho a otras. Se retiran, pero sin bajar la bandera por el aborto legal.

 

 

 

 

 

 

Foto: Gentileza César Pibernus

Gonzalo Núñez

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.