“Eso no se hace”, dijo, textualmente, el exgobernador Sergio Urribarri cuando tomó conocimiento de la propuesta de Gustavo Bordet. “No trabajamos tanto para esto”, se quejó, fastidiado, con “el diario del lunes” y la noticia en portada.

 

La elección de Miguel Angel Giorgio para ocupar el lugar vacante que dejó la renuncia de Carlos Chiara Díaz en la Sala Penal y de Procedimientos Constitucionales del Superior Tribunal de Justicia (STJ) –cuando el proceso de juicio político en su contra, por mal desempeño, amenazaba desembocar en la destitución–, acentúa la distancia entre el Gobernador  y su polémico antecesor, jaqueado por cuatro causas judiciales en su contra.

 

Urribarri tenía otros planes una vez logrado el propósito de remover a Chiara Díaz y salvaguardar la permanencia de Claudia Mizawak en la presidencia del STJ.

 

La apuesta del tándem Urribarri-Mazawak, luego del vodevil iniciado a raíz de una súbita decisión de revisar el accionar del máximo tribunal provincial que desencadenó en la renuncia de Chiara y el salvataje de Mizawak, era –justamente- no ocupar la vacante y avanzar en la reducción de miembros del STJ, para de este modo dejar el mando, aún más firme, en Mizawak. Ese era el recio mensaje de fuerza que Urribarri necesitaba ofrecer hacia el poder político y hacia el judicial. Pero no. Quedó a mitad de camino.

 

En efecto, los que estuvieron cerca de las decisiones sostienen que el dúo mencionado nunca tuvo un candidato porque sencillamente no querían que se ocupe el lugar de Chiara Díaz, sino ampliar el poder de Mizawak. Eso, por otra parte, se puede observar con alguna claridad a partir de los nombres que se manejaron en la instancia previa a la decisión de Bordet. No había candidato cercano a Urribarri. No había preferidos por Mizawak.

 

El exgobernador esta vez estuvo distante de la decisión. Bordet lo hizo en acuerdo con la fuerza opositora, lo consensuó con Cambiemos. Los diputados justicialistas –la cuota de poder que aún maneja Urribarri- supieron de las novedades por los medios. No participaron y recién este miércoles Juan José Bahilo –referente del exgobernador- intentó disimular que ni siquiera habían visto la escena desde la tribuna y celebró los consensos entre poderes. En realidad, claro, los urribarristas no celebran nada y se aferran al poder que les queda en la Cámara Baja para hacer política.

 

Con la elección de Giorgio, Bordet da un paso al frente respecto a las prácticas habituales de los ocho años de urribarrismo en la provincia y marca distancia. Cambia el método del dedo que eligió su antecesor por diálogo político. A la vez, de algún modo procura resolver el desastre institucional que promovió Urribarri, intentando correr a Chiara Díaz, pero rescatando a toda costa a la presidenta de un Superior Tribunal de Justicia, decididamente manchado por méritos propios y otros prestados en su íntima relación con el poder político.

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.