Este viernes, a las 12,30, en el despacho del juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, será la audiencia pedida por el querellante Mariano Navarro en la causa penal por abuso de menores que tiene como único imputado al cura Juan Diego Escobar Gaviria.

En esa audiencia, el querellante Navarro pedirá que se le impongan al cura medidas «restrictivas» de la libertad, la principal, que se le impida acercarse a Lucas González, a donde estuvo hasta finales de octubre último como párroco de San Lucas Evangelista.También, que tenga vedado cualquier acercamiento a los denunciantes.

Sobre el cura pesaban medidas restrictivas de la libertad que perdieron vigencia. Incluso, estuvo una semana en prisión por disposición del juez Gustavo Acosta, al inicio de la investigación penal, a principios de noviembre.

Pero un tribunal de segunda instancia revocó la medida y le permitió al sacerdote salir en libertad.

Escobar Gaviria tiene cuatro denuncias por abuso a menores, hechos que habrían ocurrido mientras fue párroco de Lucas González –un pueblo ubicado a 130 kilómetros de Paraná, en el departamento Nogoyá-: allí permaneció entre 2005 y 2016.

El modus operandi era común. Escobar Gaviria ganaba la confianza de los chicos, y después avanzaba en los abusos. Esa es la hipótesis que guía a los fiscales Federico Uriburu y Rodrigo Molina. Pero la acusación sobre la que trabajan se apoya en fuertes pruebas y testimonios de testigos. Y dicen que la elevación a juicio de la causa está cerca.

Una primera víctima, un nene de 11 años, ex monaguillo del cura, quebró el silencio durante  un campamento escolar. El chico, alumno del Colegio Castro Barros San José, hacía con sus compañeros una tarea: debían realizar un pedido de disculpas por algo que habían hecho mal.

Contó entonces de qué modo el cura lo había sometido a situaciones de abuso.

La maestra se lo contó a la directora del Colegio Castro Barros, Marta Carrizo; ésta, a la superiora de la congregación Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas, Marta Jacob, que reside en Córdoba, y juntas se presentaron ante el defensor oficial, Oscar Rossi.

Lo que siguió fue la intervención del arzobispo, Juan Alberto Puiggari, que el 27 de octubre último dispuso apartar a Escobar Gaviria de la Parroquia San Lucas Evangelista, y sacarlo de Lucas González. Además, le prohibió oficiar misas en público.

La primera cámara Gesell permitió aproximarse a los relatos más directos. Siguieron tres más. Y aparecieron más víctimas que acusaron al cura. Ya son cuatro las denuncias.

El segundo denunciante de Escobar Gaviria, un muchacho que ahora tiene 18 años, contó que los abusos empezaron en un viaje en auto, cuando tenía 11 años. A la ida, lo hacía sentar en el asiento de atrás; a la vuelta, junto al sacerdote. Y entonces empezaba el infierno: la mano del cura buscando la entrepierna del nene. Lo abusos siguieron, fueron más crueles, más invasivos, insostenibles.

La perversión de Escobar Gaviria se manifestaba en los regalos que traía desde Colombia, su país de origen, adonde viajaba en forma habitual: calzoncillos que se los hacía probar en la casa parroquial.

La tercera víctima que denunció al cura contó que solo una vez hubo un tocamiento, pero que pudo frenar los avances; una cuarta víctima, que no quiso denunciar, contó lo mismo.

El miércoles 7 de diciembre hubo una nueva testimonial en cámara Gesell, que resultó clave para los fiscales: un amigo de la primera víctima, el primero a quien el nene le contó los abusos, antes de contárselo a su maestra, antes de que lo supiera su madre.

Los testimonios siguieron.

Las pruebas y los testimonios recogidos por los fiscales permitieron armar cuatro expedientes: tres por corrupción de menores agravada por ser Escobar Gaviria un sacerdote; y otra de abuso sexual simple, también agravado, en el caso del chico que declaró haber sido tocado sólo una vez por el sacerdote.

Los fiscales entienden que están acreditados los hechos, y que resta sólo someter a pericia psiquiátrica al cura Escobar Gaviria –una formalidad que establece el Código de Procedimientos—y después elevar la causa a juicio oral.

La pena, en caso de hallarse culpable de los abusos a Escobar Gaviria, son 10 años tras las rejas.

El cura ya tuvo experiencia tras las rejas. Entre el jueves 3 y el jueves 10 de noviembre últimos estuvo en la Unidad Penal de Victoria, tras dictar el juez  Acosta una prisión preventiva de 20 días. La medida fue revocada por el juez Arturo Exequiel Dumón, del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú, que lo puso en libertad.

Entonces, el sacerdote fue confinado en Oro Verde, pero allí sucedieron una serie de desinteligencias, que obligaron a la fiscalía de Nogoyá a pedir su reubicación. Entonces se lo derivó a la casa de la Cruzada del Espíritu Santo, la orden a la que pertenece Escobar Gaviria, en Paraná.

Pero esas medidas restrictivas ya vencieron. Ahora, se analizará un pedido del abogado querellante para que a Escobar Gaviria le vuelvan a imponer medidas restrictivas. La idea es que esas medidas se sostengan hasta el momento de que el caso sea ventilado en juicio oral.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.