Interminables.

Así fueron las filas que se generan en las terminales de Paraná y de Santa Fe para acceder a los colectivos que llevan o traen a miles de personas a diario.

Este fin de semana, sin embargo, la situación se volvió más compleja. Y todo eso por la muestra Tecnópolis Federal, que tiene sede en ambas ciudades. Lo que hay en Paraná, no está en Santa Fe, y viceversa, por lo que el tránsito interprovincial fue incesante.

Las terminales de ómnibus se vieron desbordadas desde las 14 hasta las 21, horario en que las filas se descomprimen.
Este sábado y domingo no hubo respiro, aunque nadie duda que vale la pena el viaje. Pasar el charco se convirtió en un obstáculo porque entre ambas ciudades se pusieron en movimiento más de un millón de curiosos.
Paraná tuvo atractivos como los dinosaurios a escala y robotizados;  tecnología de realidad virtual y otras máquinas que deslumbran a grandes y chicos.
En Santa Fe, en la Estación Belgrano,  la atención se posó sobre los cuerpos humanos de un realismo de morgue (están conservados mediante un proceso de disecado); y las réplicas de los inventos de Leonardo Da Vinci.
No sólo sus creaciones más conocidas como el paracaídas o sus pinturas y bocetos; sino también aquellos artefactos de guerra que nadie sabía que el genio había creado. Un cañon; una especie de primera metralleta de la historia, ya que es un arma que tiene varios cañones unidos y que se ponían en acción al mismo tiempo.
También, la Tecnópolis Federal de Santa Fe tiene una ciudad hecha de madera que intenta recrear un plano de la ciudad ideal que Da Vinci dibujó y planificó en sus Códices (libro en el que plasmó sus inventos e ideas)
En Santa Fe también está la posibilidad de conocer cómo se vestían nuestros antepasados, los pueblos originarios.  La consigna de aprender jugando resulta. Allí los más chicos, jóvenes y quienes peinan canas se maravillan con descubrir que hace siglos estas tierras eran habitadas por diferentes poblaciones que construían máscaras extravagantes para hacer rituales.
La realidad virtual posibilita llevarse una foto de recuerdo utilizando la indumentaria de un Mocoví, por ejemplo.
Ver todo eso y mucho más tiene un precio: el ritual interminable de las colas. Pero lo cierto es que los viajeros se llevan un conocimiento más en las espaldas.
Especial para Entre Ríos Ahora.