La disertación tendrá lugar en el marco de la Primera Semana de la Integración que organiza el gobierno entrerriano junto a otros actores y entidades de la sociedad civil.

Silvana Corso es directora de una escuela secundaria pública de la Ciudad de Buenos Aires y fue elegida entre los 50 finalistas al Global Teacher Prize, el galardón que es considerado el Premio Nobel para el mejor maestro del mundo.

En la Escuela de Educación Media Nº2 en la cual trabaja Corso asisten más de 500 alumnos, en su mayoría adolescentes llegados desde Fuerte Apache y chicos con problemas severos como parálisis cerebral, hidrocefalia, espina bífida y esquizofrenia. Por su labor al frente de esta institución es que la docente fue destacada a nivel mundial.

La actividad inaugurará la Primera Semana Provincial de la Integración, decretada por el gobernador Gustavo Bordet y declarada de interés por las cámaras de Diputados y Senadores, el Superior Tribunal de Justicia y la Universidad Nacional de Entre Ríos.

Quién es


Es directora de una escuela secundaria pública de la Ciudad de Buenos Aires a donde van más de 500 alumnos, en su mayoría adolescentes llegados desde Fuerte Apache y chicos con problemas severos como parálisis cerebral, hidrocefalia, espina bífida y esquizofrenia. Fue elegida entre los 50 finalistas al Global Teacher Prize, el galardón que es considerado el Premio Nobel para el mejor maestro del mundo y que premia con un millón de dólares al docente ganador.

Se trata de Silvana Corso, de 46 años, profesora de historia y directora la Escuela de Educación Media Nº2 «Rumania», en el barrio porteño de Villa Real, cercano a Fuerte Apache. Hace más de diez años que Corso llevó a su escuela la preocupación por la inclusión de alumnos con capacidades especiales y desde entonces se convirtió en el foco de su trabajo docente.

«Trabajo en contexto de riesgo, de vulnerabilidad y pobreza -dijo, al recordar su trayectorai docente Corso-, con chicos judicializados o de familias judicializadas, alumnas adolescentes que ya son madres». Desde que fue fundada en 1990, la escuela Rumania que dirige Corso tuvo como objetivo incluir a poblaciones vulnerables en lo social.

La inclusión de alumnos con discapacidades físicas y mentales, en cambio, fue una preocupación encarada por Corso. «Me propuse ampliar el concepto de vulnerabilidad y de inclusión. Ahora podemos adaptarlo a todos», explica la docente y agrega: «Faltaban las Catalinas y Catalinos»

Corso se refiere a chicos con desafíos similares a los que tuvo que enfrentar su hija Catalina, que murió a los 9 años en 2009. «Cata se asfixió al nacer con el cordón umbilical. Quedó con parálisis cerebral severa.», relata Corso. Finalmente, en plena epidemia de Gripe A, Catalina murió de una infección pulmonar

A pesar de que Catalina respiraba por traqueotomía, comía con botón gástrico, se movilizaba en silla de rueda postural porque no podía sostener la cabeza ni el tronco, no veía ni escuchaba, pudo empezar su escolaridad en un jardín de infantes común, donde pudo integrarse.

No sólo la historia de su hija inspiró a Corso. Su propia biografía, también. Su escuela primaria estuvo signada por el dictamen de sus maestras establecieron que decretaron casi la pequeña Corso no estaba en condiciones de aprender y convenía que se dedicara a aprender corte y confección o cocina en lugar de seguir estudios secundarios.

«Durante toda la primaria fui pasando de grado más por voluntad de las maestras que por aprendizaje real. Yo no lograba entender y aprender», recuerda. «Iba a la escuela a la mañana. Entraba llorando y salía llorando. La tarde era mi único momento de felicidad. A la noche, volvía a sufrir imaginando la mañana siguiente. El problema era que no sabía estudiar», rememora.

A pesar de todo, inspirada por el hogar esforzado donde creció, acompañada por su padre Julio, un pintor de carteles cuya educación terminó con su escuela primaria, y su mamá, Vicenta Ortega, un ama de casa que no sabía leer y escribir, Corso empezó la secundaria y logró terminar, al mismo tiempo que estudiaba corte y confección. Fue la única de los tres hijos del matrimonio Corso que obtuvo el título secundario.

«En primer año me enseñaron a estudiar», remata y reflexiona: «Cuando estaba en primaria, en mi caso que no tenía en realidad ninguna discapacidad real, nadie se preguntaba por mí, porqué no aprendía y cómo podían ayudarme para que aprendiera. Con Cata aprendí todo lo que hago ahora. Yo empecé a preguntarme cómo aprendía Catalina. Entendí que había otras formas de aprender que no eran las convencionales»

La hipertonía del cuerpo de Cata o los cambios en su respiración se convirtieron en la formas poco convencionales de expresar los aprendizajes que la niña lograba. «Todo el mundo puede aprender», sintetiza Corso.