“Queremos comunicar, como ya se sabe, que anoche la Virgen Dolorosa que se encuentra en nuestra parroquia lloró sangre.
“Es un fenómeno extraordinario, la imagen ahora se encuentra en la capilla del Santísimo, la cual está siendo visitada.
“¿Que nos quiere decir María con esto? Debería ser la pregunta que cada uno nos tenemos que hacer especialmente con este signo.
“Jesús es el centro de nuestra vida y María siempre nos lleva a Él.”

La publicación fue hecha el jueves 18 de mayo en el sitio oficial en Facebook de la Parroquia Santa Teresita de Paraná, y fue el inicio de una situación que la Iglesia no quiso aclarar y que dejó que transcurriera por el terreno del mito: una imagen de yeso de la Virgen que llora sangre.

Nadie lo comprobó. Nadie lo investigó.

El viernes 19 de mayo, el Arzobispado de Paraná emitió un comunicado en el que abonó la teoría de lo sobrenatural sin siquiera haberse detenido a analizarlo. “¿La Virgen quiere decirnos algo con sus lágrimas? No más de lo que ya nos dejó cuando lloró ante su Hijo en la cruz, en el Calvario. Unida a Él ofrece el sacrificio de su corazón traspasado “por una espada”, la del amor por los hombres, invitándonos a reconocer la infinita Misericordia de Dios que no se deja ganar por la multitud de nuestros pecados. Nos invita a volver a la fuente de esa Misericordia de la que el pecado nos quiere alejar pero no puede, porque Dios no se resigna a perder a sus hijos y redobla su búsqueda”.

Bueno, el obispo de San Francisco, Córoba, Sergio Buenanueva, ha dicho que los casos de vírgenes que lloran son, en el 99% de la situaciones, un mero fraude.

Buenanueva lo publicó en su cuenta de Twitter y luego amplió ese concepto con el sitio católico AciPrensa, y dijo que “cada tanto aparecen noticias de imágenes de la Virgen María, de las que se dice que lloran incluso lágrimas de sangre”.

Buenanueva cuestionó el hecho de “que estos u otros fenómenos extravagantes, aparecen una y otra vez, con cierta frecuencia. ¿Qué pensar de ellos? ¿Cómo valorarlos a la luz de nuestra fe católica?”.

Y explicó que “la Iglesia no rechaza, de plano, la posibilidad de manifestaciones extraordinarias de nuestro Dios”, sin embargo, precisó, en la mayoría de los casos “se trata de experiencias de autoengaño o sencillamente de fraude”.

“La intervención más fuerte, decisiva y definitiva de Dios en la historia es la encarnación y la Pascua de Jesucristo. Todo está allí, y no tenemos que buscar nada más”, afirmó.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.