Llegan sin que nadie sepa de su visita, ingresan sin que nadie los invite, se inmiscuyen en asuntos ajenos y pasean alrededor de oficinas ajetreadas, gente que va y que viene, y así andan hasta que alguien nota su presencia.  Entonces, hay un imperativo: echarlos afuera. Dan unas vueltas, histeriquean un poco, y finalmente vuelven a la calle, los alrededores de la Plaza Constitución. Pero son unos visitantes más. Después, volverán.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.