“Estoy fuerte por ahora. Y quiero seguir fuerte”.
Alexis Endrizzi dice eso: que está fuerte.
La fortaleza de Alexis Endrizzi es una coraza que lo contiene, y que lo acompañará estos pocos días que tiene por delante antes de sentarse frente a tres jueces, en el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguay, para volver a contar los abusos de los que fue víctima. El abusador fue un cura, Juan Diego Escobar Gaviria, que desde el martes 22 estará sentado frente al tribunal para escuchar a sus víctimas.
Los fiscales Federico Uriburu y Dardo Tórtul reiterarán los cargos, tres acusaciones por promoción a la corrupción agravada, y abuso sexual simple, agravado por la condición de su abusador, un miembro del clero católico. Y exigirán una pena durísima: 25 años de prisión.
Escobar Gaviria está en prisión ahora: el 21 de abril fue confinado en la Unidad Penal de Victoria, de modo preventivo, para no entorpecer la investigación y no amedrentar a denunciantes y testigos de la causa. Ahí sigue, tras las rejas.
El 26 de abril, cuando la Unidad Fiscal de Nogoyá formuló el pedido de elevación a juicio de la causa, señaló: “Los hechos endilgados, teniendo en cuenta los elementos detallados, encuadran prima facie en los delitos de corrupción de menores agravada por la condición de guardador (tres hechos) y abuso sexual imple agravado por ser cometida por ministro de culto”. El escrito también agregó: “Conforme surge de las constancias obrantes en estos actuados, existen elementos suficientes para sostener que los hechos enrostrados al imputado, tuvieron lugar en las circunstancias de tiempo, modo y lugar consignadas en las diversas imputaciones y que la autoría material y responsable del mismo se corresponde con el accionar del incurso Escobar Gaviria”.
Los “hechos enrostrados” al cura son los abusos.
Alexis Endrizzi fue uno de los abusados. Y uno de los que deberá estar desde el 22, en Gualeguay, para enfrentar a su abusador.
Este sábado tuvo un encuentro peculiar en Villaguay. Se reunió con Pablo Huck, denunciante y víctima de otro cura abusador, Marcelino Ricardo Moya. Fue durante una de las reuniones mensuales de la ONG Compromiso con Voz, que ha tenido un rol clave en activar la causa por abusos en Villaguay, en la parroquia Santa Rosa de Lima y el Colegio La Inmaculada.
Se dieron fuerza mutuamente, Alexis Endrizzi y Pablo Huck.
“Yo estoy por fuerte por ahora. Y quiero seguir fuerte. Se viene lo que tanto esperábamos”, dice Alexis, y habla del inicio de los debates en Gualeguay, el martes 22.
Alexis ahora hace terapia y, asegura, “la llevamos bien”.
Todo lo bien que se puede llevar el horror a cuestas.
El horror de los abusos, los mismos abusos que soportaron las víctimas del cura Justo José Ilarraz.
Pablo Huck sabe de ese camino: él habla metafóricamente de transitar el camino que va de la oscuridad a la luz. Pero también dice que componer los desarreglos personales no debe hacer perder de vista lo otro: la particularísima situación de que los abusos de la Iglesia serán ventilados por primera vez en un juicio oral.
“Eso no hay que perder de vista. No hay que perder de vista lo macro. Esto hay que tenerlo muy presente: por primera vez en la historia de Entre Ríos, un cura va a ir al banquillo. Eso va a significar una gran ola de claridad, de luz y de justicia, que se viene sobre una gran institución, justamente, que no es sinónimo ni de luz ni de claridad ni de justicia”, dice Pablo Huck.
Hay dos mensajes que dejará ese primer juicio, el primero de tres a los que se enfrentará la Iglesia en Entre Ríos. “Primero, está el mensaje claro a la comunidad, diciéndole que un abusador no puede gozar siempre de impunidad, que puede ir a juicio, sentado en el banquillo por haber cometido un delito como es el abuso –sostiene–. Esto nos abre a la verdad, saca todo a la luz, y echa justicia sobre el abuso sexual infantil en general. Pero otro lado, nos enseña que ese que va a estar sentado ahí, en el banquillo, es ni más ni menos que un cura. Sabemos que muchos pedófilos se han disfrazado detrás de una sotana para cometer delitos, porque si quieren ser siniestros, lo pueden ser ampliamente”.
–¿Entender eso, ayuda a las víctimas también?
–Cuando uno empieza a entender estas cuestiones macro, en las que uno es parte de todo eso, se da cuenta que empieza a transitar un camino para sanar. La Iglesia, ha quedado demostrado, es una institución que ampara a estos personajes nefastos. De modo que esto ayuda en lo personal a cada uno, pero es también un mensaje a la sociedad. Y para la Iglesia. No hay que olvidar que la Iglesia Católica tiene a un personaje como el cura Grassi, condenado por abusador, al que un papa argentino no lo ha expulsado de sus filas.
–¿Cómo cayó la idea del arzobispo Puiggari de crear una comisión de protección a las víctimas de abuso?
–Esa idea, viniendo de quien viene, de Puiggari, más que una idea puesta en práctica muy tarde, es claramente una burla a toda la sociedad. Esto habla de que estos tipos están muy lejos del arrepentimiento, y que se creen con tanto poder que pueden seguir ignorando todo. Yo lo vi personalmente cuando Puiggari vino a Villaguay a querer echar un poco de luz y lo que hizo fue confundir más a la gente. Esto de la comisión es una burla.
Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.