Una de las víctimas de los abusos de Gustavo Rivas realizó un descarnado relato de su terrible experiencia en fiestas sexuales organizadas por el abogado en su casa de Gualeguaychú.

Desde que tenía 13 años, y hasta los 17, fue partícipe de fiestas sexuales junto a otros compañeros del colegio en las que abundaba el alcohol y los juegos perversos.

“Éramos chicos, la mesa siempre estaba llena de alcohol y no había límites. Obviamente había chicos más débiles que cuando estaban muy borrachos se confundían y terminaban teniendo sexo con él”, aseguró. “Sabíamos que no era correcto lo que hacía pero éramos jóvenes y no importaba”, admitió el muchacho. Además, dijo sentir “mucha satisfacción” ante la revelación de la revista «Análisis» que dio inicio a la investigación judicial por “saber que había un poco de justicia ante tanto manoseo a la mente de tantos chicos, porque uno queda medio traumado con esas imágenes”.

“De grande esas imágenes a uno lo torturan porque es algo que no es normal, y no porque fuera una relación homosexual, que sí sería normal, sino porque Gustavo Rivas no era homosexual sino que era un tipo totalmente depravado al que le gustaban las criaturas”. También pidió “que la justicia de un señal y que este tipo pague por lo que hizo” y e dejó un mensaje a otras víctimas: “Les diría que miren a sus hijos y piensen que les puede pasar a ellos. Que piensen que Gustavo Rivas seguramente no es el único caso en Gualeguaychú, y tiene que haber justicia para que haya un ejemplo. Tiene que haber justicia y tiene que ser con Gustavo Rivas que es el rey de la perversidad en Gualeguaychú”.

En declaraciones realizadas al programa televisivo «Fuera de Juego», que se emite por Somos Gualeguaychú,  contó que conoció a Rivas “entre los años 1993 – 1994 porque me llevaron unos compañeros del colegio”. “Era un mundo desconocido. Un compañero más grande me contó más o menos cómo era, y recuerdo que esperamos en la Plaza San Martín hasta que él dio una señal, dejó la puerta de la casa abierta e ingresamos”, relató.

 

Dijo que en ese momento tenía “13 o 14 años” y que “fueron cinco compañeros juntos en un día de semana por la noche”.

“Nos saludó con un beso, nos sentamos y nos trajo unas bebidas. Fue más que nada hablar y hacer todo tipo de cosas, cada tantos minutos se levantaba y le daba un beso a cada uno, hacía un recorrido alrededor de la mesa y nada más. Esa fue la primera vez”, relató.

Agregó que “a partir de ahí empezamos a ir los fines de semana a tomar alcohol, antes de salir a bailar. La previa se hacía en la casa de él los fines de semana”.

En cuanto a las situaciones sexuales, aseveró que “no pasó mucho tiempo más cuando algunos chicos del grupo, estando borrachos, hicieron algo con él” y acotó que “era algo normal”. “La mayoría del grupo íbamos a tomar pero éramos chicos y había mucho alcohol porque la mesa siempre estaba llena de alcohol y no había límites”, afirmó.

 

“El no hacía una propuesta, obviamente había chicos más débiles que cuando estaban muy borrachos se confundían y terminaban teniendo sexo con él, pero también había otros que no. Uno veía que él se los llevaba al costado, que era la casa de la madre y donde había como un comedor”, rememoró.

 

Mencionó que “luego empezó a hacer otro tipo de cosas; siempre en calzoncillos se metía el calzoncillo en la cola y empezaron a aparecer consoladores y demás” y agregó que “en esa edad fue así pero cuando se fue a su casa nueva fue distinto porque ya estaba solo y podía hacer más descontrol”.

 

Especificó que “se hacían reuniones más grandes, traía chicos de los barrios, hacía fiesta con consoladores y terminaba teniendo sexo con el chico que llevaba y hacía como una especie de exhibición, después de un tiempo de ponerse los consoladores, que se los ponían los mismos chicos”.

 

“Siempre usaba chicos de clase más baja, yo era de clase media y alguno de mis amigos eran de clase más alta, pero siempre el protagonista era él. Nunca permitió que haya una mujer y hacía todo tipo de cosas como eyacular en un vaso y tomárselo con alguna bebida alcohólica y cosas así para llamar la atención o por su propia perversidad”, recordó.

 

Sostuvo que vivió estas situaciones “hasta los 17 años” y admitió: “Siempre supe que no estaba bien y había cosas a las que no me prestaba, pero era todo un combo: éramos adolescentes, teníamos todo el alcohol gratis que quisiéramos, algunos pesos para salir a bailar. Sabíamos que no era correcto lo que hacía pero éramos jóvenes y no importaba”.

 

De todos modos, admitió que “tomé conciencia realmente de la situación siendo un poco más grande; una cosa es saber que estaba mal y otra tomar conciencia de eso. Me di cuenta ya cuando tuve hijos y supe que era una barbaridad”. “Hay como diferentes etapas en que me fui dando cuenta de que nivel de gravedad tenía todo”, reconoció.

 

También dijo que “fue raro” lo que sintió ante la revelación y la denuncia de la revista ANALISIS. “Sentí una mezcla de mucha satisfacción por saber que había un poco de justicia ante tanto manoseo a la mente de tantos chicos, porque uno queda medio traumado con esas imágenes”, sentenció.

 

Aseguró que “de grande esas imágenes a uno lo torturan porque es algo que no es normal, y no porque fuera una relación homosexual que sí sería normal sino porque Gustavo Rivas no era homosexual sino que era un tipo totalmente depravado al que le gustaban las criaturas” y por ello “cuando vi la publicación me dio satisfacción y me puso contento que se haga justicia. Me pareció de mucho valor”.

 

En cuanto a la reacción de sus compañeros de esa época, con quienes todavía mantiene el contacto, mencionó: “Algunos pensaban igual que yo y otros no”. “Gualeguaychú es una ciudad bastante especial y no me sorprende que se minimizara la denuncia. Sería normal que toda la ciudad se alarme por esto. Me pone mal porque es un tipo que tendría que pagar por todo lo que hizo”, remarcó.

 

Analizó que Rivas “es un tipo de una inteligencia superior a la media y por eso pudo manejar de esa manera a tantos chicos durante tanta décadas. Era una inteligencia superior a la media en una sociedad que también se lo permitió, porque algunos de nuestros padres sabían que nosotros íbamos a su casa, quizás desconocían los detalles, pero lo sabían”. “Él tuvo todo ese contexto, una sociedad, un mundo donde las cosas se veían distintas y era un tipo inteligente que nos manipulaba. Y cuando él veía que alguno estaba por hablar, dejaba de ir”, contó.

 

Y a modo de anécdota, recordó que “tenía tarjeta roja y tarjeta amarilla donde anotaba el nombre de los chicos que notaban que hacían algo raro y con la tarjeta amarrilla suspendía por dos semanas de ir a su casa y con la tarjeta roja no iban nunca más” y reflexionó: “Tenía ese juego con los chicos, esa forma de manipular, que ahora puede ser gracioso pero que visto en el contexto es una mente manipuladora”.

 

Por otra parte, dijo que en alguna oportunidad tuvo oportunidad de cruzarse con Rivas en la ciudad: “Lo he saludado y nada más, pero estaba cubierto por la impunidad. Hoy quizás sería distinto pero no creo que perdiera el tiempo diciéndole nada. Es una persona que no vale la pena ni me interesa cruzarme, pero quiero que se haga justicia y que pague por la cantidad de chicos de los que abusó”.

 

Consultado si se arrepiente de algo, aseguró: “Me arrepiento de las cosas que he hecho con plena conciencia de mis actos, pero no me puedo arrepentir de algo cuando estaba entrando en la adolescencia y no tenía real dimensión de las cosas” aunque aclaró: “Si lo pudiera evitar lo evitaría para no tener ciertas imágenes en mi cabeza que en algún momento me perturbaron”.

 

En cuanto a la forma en que lo afectó esta experiencia, sostuvo: “No noté nunca que me haya afectado directamente, aunque sí uno se acuerda de cosas y se le vienen a la cabeza imágenes muy desagradables, pero en mi vida personal, sexual y demás no me afectó para nada”.

 

Sobre lo que espera a partir de ahora, refirió: “De Rivas no espero nada, solamente que siga con su mente perversa tratando de negar todo esto. Doy este testimonio para ayudar a que se sepa la verdad después de haberlo escuchado decir que es todo mentira. Y de la Justicia realmente espero que tengan un cambio que demuestre que Gualeguaychú ha cambiado muchas cosas malas, como el encubrir y que no se hable, porque seguramente los jueces, los fiscales y todos los abogados saben perfectamente quien es Gustavo Rivas de toda la vida. Cualquiera que vive en Gualeguaychú sabe quien es Gustavo Rivas y me gustaría que la justicia de un señal y que este tipo pague por lo que hizo, como corresponde pero que pague”.

 

Además le dejó un mensaje a otras víctimas que no se reconocen como tales: “Les diría que miren a sus hijos, como yo me represento en mi cabeza a mis hijos y pensar que les pueda pasar a ellos, que tengan que vivir una adolescencia marcada por un degenerado, un atorrante como Gustavo Rivas”.

 

“Que piensen que Gustavo Rivas seguramente no es el único caso en Gualeguaychú, aunque no a este nivel de perversidad y durante tantas décadas, pero hay muchos y tiene que haber justicia para que haya un ejemplo para que la gente que está haciendo estas cosas frene, porque si no hay justicia sigue. Entonces, tiene que haber justicia y tiene que ser con Gustavo Rivas que es el rey de la perversidad en Gualeguaychú”, concluyó.

 

 

Fuente: Análisis.